martes, 22 de noviembre de 2011

Fundación del arte moderno





Desde siempre, los escultores africanos tallan cantando. Y no paran de cantar hasta que concluyen sus obras, para que la música se meta en elllas y en ellas siga sonando.
En 1910, Leo Frobenius quedó bizco ante las antiguas esculturas que encontró en la Costa de Esclavos.
Tan alta era su belleza que el explorador alemán creyó que ésas eran obras griegas, traídas desde Atenas, o quizá creaciones de la perdida Atlántida. Y sus colegas coincidieron:África, la hija del desprecio, madre de esclavos, no podía ser la autora de esas maravillas.
Pero sí. Esas efigies llenas de música habían sido creadas, hacía unos cuantos siglos, en el ombligo del mundo, en Ifé, el sagrado lugar donde los dioses yorubas habían dado nacimiento a las mujeres y a los hombres.
Y en África había seguido naciendo un manantial incesante de arte digno de ser celebrado. Y digno de ser robado.
Parece que Paul Gauguin, hombre bastante distraido, puso su firma a un par de esculturas de Congo. El error fue contagioso. A partir de entonces, Picasso, Modigliani, Klee, Giacometti, Ernst, Moore y muchos otros artistas europeos tambien se equivocaron, y con frecuencia.
Saqueada por derecho colonial, África ni se enteró de lo mucho que le debían las mas deslumbrantes conquistas de la pintura y la escultura en la Europa del siglo XX.

E.G

jueves, 17 de noviembre de 2011

El otro



Por Jorge Luis Borges

El hecho ocurrió el mes de febrero de 1969, al norte de Boston, en Cambridge. No lo escribí inmediatamente porque mi primer propósito fue olvidarlo, para no perder la razón. Ahora, en 1972, pienso que si lo escribo, los otros lo leerán como un cuento y, con los años, lo será tal vez para mí. Sé que fue casi atroz mientras duró y más aún durante las desveladas noches que lo siguieron. Ello no significa que su relato pueda conmover a un tercero.
Serían las diez de la mañana. Yo estaba recostado en un banco, frente al río Charles. A unos quinientos metros a mi derecha había un alto edificio, cuyo nombre no supe nunca. El agua gris acarreaba largos trozos de hielo. Inevitablemente, el río hizo que yo pensara en el tiempo. La milenaria imagen de Heráclito. Yo había dormido bien, mi clase de la tarde anterior había logrado, creo, interesar a los alumnos. No había un alma a la vista.
Sentí de golpe la impresión (que según los psicólogos corresponde a los estados de fatiga) de haber vivido ya aquel momento. En la otra punta de mi banco alguien se había sentado. Yo hubiera preferido estar solo, pero no quise levantarme en seguida, para no mostrarme incivil. El otro se había puesto a silbar. Fue entonces cuando ocurrió la primera de las muchas zozobras de esa mañana. Lo que silbaba, lo que trataba de silbar (nunca he sido muy entonado), era el estilo criollo de La tapera de Elías Regules. El estilo me retrajo a un patio, que ha desaparecido, y la memoria de Alvaro Melián Lafinur, que hace tantos años ha muerto. Luego vinieron las palabras. Eran las de la décima del principio. La voz no era la de Álvaro, pero quería parecerse a la de Alvaro. La reconocí con horror.
Me le acerqué y le dije:
-Señor, ¿usted es oriental o argentino?
-Argentino, pero desde el catorce vivo en Ginebra -fue la contestación.
Hubo un silencio largo. Le pregunté:
-¿En el número diecisiete de Malagnou, frente a la iglesia rusa?
Me contestó que si.
-En tal caso -le dije resueltamente- usted se llama Jorge Luis Borges. Yo también soy Jorge Luis Borges. Estamos en 1969, en la ciudad de Cambridge.
-No -me respondió con mi propia voz un poco lejana.
Al cabo de un tiempo insistió:
-Yo estoy aquí en Ginebra, en un banco, a unos pasos del Ródano. Lo raro es que nos parecemos, pero usted es mucho mayor, con la cabeza gris.
Yo le contesté:
-Puedo probarte que no miento. Voy a decirte cosas que no puede saber un desconocido. En casa hay un mate de plata con un pie de serpientes, que trajo de Perú nuestro bisabuelo. También hay una palangana de plata, que pendía del arzón. En el armario de tu cuarto hay dos filas de libros. Los tres de volúmenes de Las mil y una noches de Lane, con grabados en acero y notas en cuerpo menor entre capítulo, el diccionario latino de Quicherat, la Germania de Tácito en latín y en la versión de Gordon, un Don Quijote de la casa Garnier, las Tablas de Sangre de Rivera Indarte, con la dedicatoria del autor, el Sartor Resartus de Carlyle, una biografía de Amiel y, escondido detrás de los demás, un libro en rústica sobre las costumbres sexuales de los pueblos balkánicos. No he olvidado tampoco un atardecer en un primer piso en la plaza Dubourg.
-Dufour -corrigió.
-Esta bien. Dufour. ¿Te basta con todo eso?
-No -respondió-. Esas pruebas no prueban nada. Si yo lo estoy soñando, es natural que sepa lo que yo sé. Su catálogo prolijo es del todo vano.
La objeción era justa. Le contesté:
-Si esta mañana y este encuentro son sueños, cada uno de los dos tiene que pensar que el soñador es él. Tal vez dejemos de soñar, tal vez no. Nuestra evidente obligación, mientras tanto, es aceptar el sueño, como hemos aceptado el universo y haber sido engendrados y mirar con los ojos y respirar.
-¿Y si el sueño durara? -dijo con ansiedad.
Para tranquilizarlo y tranquilizarme, fingí un aplomo que ciertamente no sentía. Le dije:
-Mi sueño ha durado ya setenta años. Al fin y al cabo, al recordarse, no hay persona que no se encuentre consigo misma. Es lo que nos está pasando ahora, salvo que somos dos. ¿No querés saber algo de mi pasado, que es el porvenir que te espera?
Asintió sin una palabra. Yo proseguí un poco perdido:
-Madre está sana y buena en su casa de Charcas y Maipú, en Buenos Aires, pero padre murió hace unos treinta años. Murió del corazón. Lo acabó una hemiplejía; la mano izquierda puesta sobre la mano derecha era como la mano de un niño sobre la mano de un gigante. Murió con impaciencia de morir, pero sin una queja. Nuestra abuela había muerto en la misma casa. Unos días antes del fin, nos llamo a todos y nos dijo: "Soy una mujer muy vieja, que está muriéndose muy despacio. Que nadie se alborote por una cosa tan común y corriente."Norah, tu hermana, se casó y tiene dos hijos. A propósito, ¿en casa como están?
-Bien. Padre siempre con sus bromas contra la fe. Anoche dijo que Jesús era como los gauchos, que no quieren comprometerse, y que por eso predicaba en parábolas.
Vaciló y me dijo:
-¿Y usted?
No sé la cifra de los libros que escribirás, pero sé que son demasiados. Escribirás poesías que te darán un agrado no compartido y cuentos de índole fantástica. Darás clases como tu padre y como tantos otros de nuestra sangre. Me agradó que nada me preguntara sobre el fracaso o éxito de los libros.
Cambié. Cambié de tono y proseguí:
-En lo que se refiere a la historia... Hubo otra guerra, casi entre los mismos antagonistas. Francia no tardó en capitular; Inglaterra y América libraron contra un dictador alemán, que se llamaba Hitler, la cíclica batalla de Waterllo. Buenos Aires, hacía mil novecientos cuarenta y seis, engendró otro Rosas, bastante parecido a nuestro pariente. El cincuenta y cinco, la provincia de Córdoba nos salvó, como antes Entre Ríos. Ahora, las cosas andan mal. Rusia está apoderándose del planeta; América, trabada por la superstición de la democracia, no se resuelve a ser un imperio. Cada día que pasa nuestro país es más provinciano. Más provinciano y más engreído, como si cerrara los ojos. No me sorprendería que la enseñanza del latín fuera reemplazada por la del guaraní.
Noté que apenas me prestaba atención. El miedo elemental de lo imposible y sin embargo cierto lo amilanaba. Yo, que no he sido padre, sentí por ese pobre muchacho, más íntimo que un hijo de mi carne, una oleada de amor. Vi que apretaba entre las manos un libro. Le pregunté qué era.
-Los poseídos o, según creo, Los demonios de Fyodor Dostoievski -me replicó no sin vanidad.
-Se me ha desdibujado. ¿Que tal es?
No bien lo dije, sentí que la pregunta era una blasfemia.
-El maestro ruso -dictaminó- ha penetrado más que nadie en los laberintos del alma eslava.
Esa tentativa retórica me pareció una prueba de que se había serenado.
Le pregunté qué otros volúmenes del maestro había recorrido.
Enumeró dos o tres, entre ellos El doble.
Le pregunté si al leerlos distinguía bien los personajes, como en el caso de Joseph Conrad, y si pensaba proseguir el examen de la obra completa.
-La verdad es que no -me respondió con cierta sorpresa.
Le pregunté qué estaba escribiendo y me dijo que preparaba un libro de versos que se titularía Los himnos rojos. También había pensado en Los ritmos rojos.
-¿Por qué no? -le dije-. Podés alegar buenos antecedentes. El verso azul de Rubén Darío y la canción gris de Verlaine.
Sin hacerme caso, me aclaró que su libro cantaría la fraternidad de todos lo hombres. El poeta de nuestro tiempo no puede dar la espalda a su época. Me quedé pensando y le pregunté si verdaderamente se sentía hermano de todos. Por ejemplo, de todos los empresarios de pompas fúnebres, de todos los carteros, de todos buzos, de todos los que viven en la acera de los números pares, de todos los afónicos, etcétera. Me dijo que su libro se refería a la gran masa de los oprimidos y parias.
-Tu masa de oprimidos y de parias -le contesté- no es más que una abstracción. Sólo los individuos existen, si es que existe alguien. El hombre de ayer no es el hombre de hoy sentencio algún griego. Nosotros dos, en este banco de Ginebra o de Cambridge, somos tal vez la prueba.
Salvo en las severas páginas de la Historia, los hechos memorables prescinden de frases memorables. Un hombre a punto de morir quiere acordarse de un grabado entrevisto en la infancia; los soldados que están por entrar en la batalla hablan del barro o del sargento. Nuestra situación era única y, francamente, no estábamos preparados. Hablamos, fatalmente, de letras; temo no haber dicho otras cosas que las que suelo decir a los periodistas. Mi alter ego creía en la invención o descubrimiento de metáforas nuevas; yo en las que corresponden a afinidades íntimas y notorias y que nuestra imaginación ya ha aceptado. La vejez de los hombres y el ocaso, los sueños y la vida, el correr del tiempo y del agua. Le expuse esta opinión, que expondría en un libro años después.
Casi no me escuchaba. De pronto dijo:
-Si usted ha sido yo, ¿cómo explicar que haya olvidado su encuentro con un señor de edad que en 1918 le dijo que él también era Borges?
No había pensado en esa dificultad. Le respondí sin convicción:
-Tal vez el hecho fue tan extraño que traté de olvidarlo.
Aventuró una tímida pregunta:
-¿Cómo anda su memoria?
Comprendí que para un muchacho que no había cumplido veinte años; un hombre de más de setenta era casi un muerto. Le contesté:
-Suele parecerse al olvido, pero todavía encuentra lo que le encargan.
Estudio anglosajón y no soy el último de la clase.
Nuestra conversación ya había durado demasiado para ser la de un sueño.
Una brusca idea se me ocurrió.
-Yo te puedo probar inmediatamente -le dije- que no estás soñando conmigo.
Oí bien este verso, que no has leído nunca, que yo recuerde.
Lentamente entoné la famosa línea:
L'hydre - univers tordant son corps écaillé d'astres. Sentí su casi temeroso estupor. Lo repitió en voz baja, saboreando cada resplandeciente palabra.
-Es verdad -balbuceó-. Yo no podré nunca escribir una línea como ésa.
Hugo nos había unido.
Antes, él había repetido con fervor, ahora lo recuerdo, aquella breve pieza en que Walt Whitman rememora una compartida noche ante el mar, en que fue realmente feliz.
-Si Whitman la ha cantado -observé- es porque la deseaba y no sucedió. El poema gana si adivinamos que es la manifestación de un anhelo, no la historia de un hecho.
Se quedó mirándome.
-Usted no lo conoce -exclamó-. Whitman es capaz de mentir.
Medio siglo no pasa en vano. Bajo nuestra conversación de personas de miscelánea lectura y gustos diversos, comprendí que no podíamos entendernos.
Eramos demasiado distintos y demasiado parecidos. No podíamos engañarnos, lo cual hace difícil el dialogo. Cada uno de los dos era el remendo cricaturesco del otro. La situación era harto anormal para durar mucho más tiempo. Aconsejar o discutir era inútil, porque su inevitable destino era ser el que soy.
De pronto recordé una fantasía de Coleridge. Alguien sueña que cruza el paraíso y le dan como prueba una flor. Al despertarse, ahí está la flor. Se me ocurrió un artificio análogo.
-Oí -le dije-, ¿tenés algún dinero?
-Sí - me replicó-. Tengo unos veinte francos. Esta noche lo convidé a Simón Jichlinski en el Crocodile.
-Dile a Simón que ejercerá la medicina en Carouge, y que hará mucho bien... ahora, me das una de tus monedas.
Sacó tres escudos de plata y unas piezas menores. Sin comprender me ofreció uno de los primeros.
Yo le tendí uno de esos imprudentes billetes americanos que tienen muy diverso valor y el mismo tamaño. Lo examinó con avidez.
-No puede ser -gritó-. Lleva la fecha de mil novecientos sesenta y cuatro. (Meses después alguien me dijo que los billetes de banco no llevan fecha.)
-Todo esto es un milagro -alcanzó a decir- y lo milagroso da miedo. Quienes fueron testigos de la resurrección de Lázaro habrán quedado horrorizados. No hemos cambiado nada, pensé. Siempre las referencias librescas.
Hizo pedazos el billete y guardó la moneda.
Yo resolví tirarla al río. El arco del escudo de plata perdiéndose en el río de plata hubiera conferido a mi historia una imagen vívida, pero la suerte no lo quiso.
Respondí que lo sobrenatural, si ocurre dos veces, deja de ser aterrador. Le propuse que nos viéramos al día siguiente, en ese mismo banco que está en dos tiempos y en dos sitios.
Asintió en el acto y me dijo, sin mirar el reloj, que se le había hecho tarde. Los dos mentíamos y cada cual sabía que su interlocutor estaba mintiendo. Le dije que iban a venir a buscarme.
-¿A buscarlo? -me interrogó.
-Sí. Cuando alcances mi edad habrás perdido casi por completo la vista.
Verás el color amarillo y sombras y luces. No te preocupes. La ceguera gradual no es una cosa trágica. Es como un lento atardecer de verano. Nos despedimos sin habernos tocado. Al día siguiente no fui. EL otro tampoco habrá ido.
He cavilado mucho sobre este encuentro, que no he contado a nadie. Creo haber descubierto la clave. El encuentro fue real, pero el otro conversó conmigo en un sueño y fue así que pudo olvidarme; yo conversé con él en la vigilia y todavía me atormenta el encuentro.
El otro me soñó, pero no me soñó rigurosamente. Soñó, ahora lo entiendo, la imposible fecha en el dólar

lunes, 14 de noviembre de 2011

Quiéreme mucho


Los amigos de Adolf Hitler tienen mala memoria, pero la aventura nazi no hubiera sido posible sin la ayuda que de ellos recibió.
Como sus colegas Mussolini y Franco, Hitler contó con el temprano beneplácito de la Iglesia Católica.
Hugo Boss vistió su ejercito.
Bertelsmann publicó las obras que instruyeron a sus oficiales.
Sus aviones volaban gracias al combustible de la Standard Oil y sus soldados viajaban en camiones y jeeps marca Ford.
Henry Ford, autor de esos vehículos y del libro "El judio internacional", fue su musa inspiradora. Hitler se lo agradeció condecorándolo.
También condecoró al presidente de la IBM, la empresa que hizo posible la identificación de los judíos.
La Rockefeller Foundation financió investigaciones raciales y racistas de la medicina nazi.
Joe Kennedy, padre del presidente, era embajador de los Estados Unidos en Londres, pero más parecía embajador de Alemania. Y Prescott Bush, padre y abuelo de presidentes, fue colaborador de Fritz Thyssen, quien puso su fortuna al servicio de Hitler.
El Deutsche Bank financió la construcción del campo de concentración de Auschwitz.
El consorcio IGFarben, el gigante de la industria química alemana, que después pasó a llamarse Bayer, Basf o Hoechst, usaba como conejillos de Indias a los prisioneros de los campos, y además los usaba de mano de obra. Estos obreros esclavos producían de todo, incluyendo el gas que iba a matarlos.
Los prisioneros trabajaban también para otras empresas, como Krupp, Thyssen, Siemens, Vart, BOsch, Daimler Benz, Volkswagen y BMW, que eran la base económica de los delirios nazis.
Los bancos suizos ganaron dinerales comprando a Hitler el oro de sus víctimas: sus alhajas y sus dientes. El oro entraba en Suiza con asombrosa facilidad, mientras la frontera estaba cerrada a cal y canto para los fugitivos de carne y hueso.
Coca-cola inventó la Fanta para el mercado alemás en plena guerra. En este período, también Unilever, Westinghouse y General Electric multiplicaron allí sus inversiones y sus ganancias. Cuando la guerra terminó, la empresa ITT recibió una millonaria indemnización porque los bombardeos aliados habían dañado sus fábricas en Alemania.

E.G

jueves, 10 de noviembre de 2011

Alejandro


Demóstenes se burlaba:
- Este jovencito quiere que levantemos altares. Y bueno. Vamos a hacerle el gusto.
El jovencito era Alejandro Magno. Se decía pariente de Heracles y de Aquiles. Se hacía llamar el DIOS INVENCIBLE. Había sido herido ocho veces y seguía conquistando mundo.
había empezado corónandose rey de Macedonia después de matar a toda su parentela y, queriendo coronarse rey de todo lo demás, vivó en guerra continua los pocos años de su vida.
Su caballo negro rompía el viento.Él era siempre el primero en atacar, espada en mano, penacho de blancas plumas, como si cada batalla fuera un asunto personal:
- Yo no robo la victoria- decía.
Y muy bien recordaba la gran lección de Aristóteles, su maestro:
- La humanidad se divide entre los que nacen para mandar y los que nacen para obedecer.
Con mano dura apagaba las rebeliones, crucificaba o lapidaba a los desobedientes, pero era un raro conquistador que respetaba las costumbres de sus conquistados y hasta se daba el lujo de aprenderlas.Nacido para ser mandamás, el rey de reyes, invadió tierras y mares desde los Balcanes hasta India, pasando por Persia y Egipto y todo lo que encontró, y en todas partes sembró matrimonios.Su astuta idea de casar a los soldados griegos con mujeres del lugar fue una desagradable novedad para Atenas, donde cayó muy mal, pero consolidó el prestigio y e lpoder de Alejandro en su nuevo mapa del mundo.
Efestion lo acompañó siempre en el andar y el guerrear.Fue su brazo derecho en los campos de batalla y su amante en las noche de celebración.Junto con él y sus miles de jinetes imparables, largas lanzas, flechas de fuego, fundó siete ciudades, las siete Alejandrías, y parecía que eso no iba a terminar nunca.
Cuando Efestion murió, Alejandro bebió a solas el vino que habían compartido y al amanecer, borracho, mandó alzar una inmenza hoguera que quemara el cielo y prohibió la música en todo el imperio.
Y poco después también,él murió, a los treinta y tres años de su edad, sin haber conquistado todos los reinos que en el mundo eran.
E.G

martes, 8 de noviembre de 2011

El Jardinero




A fines de 1967, en un hospital de África de Sur, Christian Banard transplantó por primera vez un corazón humano y se convirtió en el médico más famoso del mundo.
En una de las fotos,aprareció un negro entre sus ayudantes.El director del hospital aclaró que se había colado.
Por entonces, Hamilton Naki vivía en una barraca sin luz eléctrica ni agua corriente. No tenía diploma, ni siquiera había terminado la escuela primaria,pero era el brazo derecho del doctor barnard.
En secreto trabajaba a su lado. La ley o la costumbre prohibían que un negro tocara carne o sangre de blancos.
Poco antes de morir, Barnard reconoció:
-Quizás él era técnicamente mejor que yo.
Al fin y al cabo, su hazaña no hubiera sido posible sin este hombre de dedos mágicos, que había ensayado el transplante de corazón, varias veces, en cerdos y perros.
En las planillas del hospital, Hamilton Naki figuraba como jardinero.
De jardinero se jubiló.
E.G

lunes, 31 de octubre de 2011

La esclavitud según Aristóteles


El ser humano que pertenece a otro es por naturaleza un esclavo.El que siendo humano pertenece a otro es un artículo de propiedad, un instrumento viviente, así como un instrumento de trabajo es un esclavo inanimado.
Hay por naturaleza diferentes clases de jefes y subordinados.
Los libres mandan a los esclavos, los hombres a las mujeres y los adultos a los niños.
El arte de la guerra incluye la cacería contra las bestias salvajes y contra los hombres que habiendo nacido para ser mandados, no se someten; y esta guerra es naturalmente justa.
El servicio físico a las necesidades de la vida proviene de los esclavos y los animales domesticos.Por eso ha sido intención de la naturaleza modelar cuerpos diferentes para el hombre libre y para el esclavo.

EG

martes, 18 de octubre de 2011

La Razón



(Basado en un motivo mítico de la cultura Dakota)

Hace cualquier cantidad de siglos, cuando la memoria era niña y el tiempo todavía no
tenía dientes, la Verdad vivía con las mujeres y con los hombres y andaba desnuda, con
la cara sucia, bailando y cantando:

Yo no me lavo la cara.
Ni soy persona decente.

Baila y canta la Verdad.
Baila y canta de verdad.

Soy la Verdad verdadera,
y mi boca nunca miente.

Baila y canta la Verdad.
Baila y canta de verdad.

Las mujeres y los hombres eran desordenados pero eso sí elegantes. Un día les pareció
que eso de andar desnudo no estaba bien y peor aún, con la cara sucia. Le pidieron a la
Verdad que se vistiera y sobre todo que se lavara la cara. La Verdad se vistió, con cintas
rojas y collares de cuentas negras y verdes, pero en cuanto a lavarse la cara:
–¡No!
Las mujeres y los hombres pidieron, rogaron, se enojaron y se organizaron. De la
solicitud cordial pasaron a las órdenes, de las órdenes a las amenazas, de las amenazas a
las leyes y de las leyes al castigo.
La verdad fue que la Verdad tuvo que ir al río y lavarse la cara.
Cuando las mujeres y los hombres vieron el rostro de la Verdad se desencadenaron la
ira del cielo y la tristeza de la tierra; hubo una tempestad y la tierra lloró. Todo se
inundó. Las aguas subieron hasta el cielo.
Las mujeres y los hombres murieron ahogados. Unos pocos quedaron vivos y como ya
la Verdad no vive con ellos, inventaron la Razón, que está vestida y tiene la cara limpia.

Yo ya me lavé la cara.
Y fui persona decente.

La Verdad ya no es verdad
con Razón ya no hay verdad.

Desde entonces no hay verdad
y todo el mundo miente.

La Verdad ya no es verdad
con Razón ya no hay verdad.

N.B

domingo, 16 de octubre de 2011

Argumentos de la fe



Durante siglos, en varios países, la Santa Inquisición castigó a los rebeldes, a los herejes, a las brujas, a los homosexuales, a los paganos…

Muchos fueron a parar a la hoguera; y con leña verde ardieron los condenados al fuego lento. Y muchos más fueron sometidos a tortura. Éstos eran algunos de los instrumentos utilizados para arrancar confesiones, corregir convicciones y sembrar pánicos:

el collar de púas,
la jaula colgante,
la mordaza de hierro que evitaba gritos incómodos,
la sierra que lentamente te partía por la mitad,
los torniquetes estrujadedos,
los torniquetes aplastacabezas,
el péndulo rompehuesos,
la silla de pinchos,
la larga aguja que penetraba en los lunares del Diablo,
las garras de hierro que desgarraban la carne,
las pinzas y tenazas calentadas al rojo vivo,
los sarcófagos con clavos adentro,
las camas de hierro que se estiraban hasta descoyuntar las piernas y los brazos,
los azotes de puntas de ganchos o de cuchillas,
los toneles llenos de mierda,
el brete, el cepo, las poleas, las argollas, los garfios,
la pera que se abría y desgarraba la boca de los herejes, el culo de los homosexuales y la vagina de las amantes de Satanás,
la pinza que trituraba las tetas de las brujas y de las adúlteras,
el fuego en los pies
y otras armas de la virtud.

E.G

viernes, 14 de octubre de 2011

Generoso el Papa


Setenta años después de aquellos viajes de la flota china,España inició la conquista de América y sentó a un español en el trono del Vaticano.
Rodrigo Borgia,nacido en Valencia,se convirtió en el Papa de Roma y pasó a llamarse Alejandro VI,gracias a los votos de los cardenales que compró con oro y plata cargados en cuatro mulas.
El Papa español promulgó sus Bulas de donación,que regalaron a los reyes de España y a sus herederos,en nombre de Dios, las islas y tierras del África negra,de las que arrancaba, desde hacía medio siglo,oro,marfil y esclavos.
Las intenciones no eran exactamente las mismas que habían guiado las navegaciones del almirante Zheng.El Papa regalaba América y el África para que las naciones bárbaras sean abatidas y reducidas a la fe católica.
España tenia,por entonces,quince veces menos habitantes que América y el África negra tenía cien veces mas habitantes que portugal.

E.G

miércoles, 5 de octubre de 2011

Don Quijote


Marco Polo había dictado su libro de las maravillas en la cárcel de Génova.
Exactamente tres siglos después, Miguel de Cervantes, preso por deudas, engrendró a Don Quijote de la Mancha en la cárcel de Sevilla.
Y ésa fue otra aventura de la libertad, nacida en prisión.
Metido en su armadura de latón, montado en su rocín hambriento, don Quijote parecía destinado al perpetuo ridículo. Este loquito se creía personaje de novela de caballería y creía que las novelas de caballería eran libros de historia.
Pero lectores, que desde hace siglos nos reímos de él, nos reímos con él. Una escoba es un caballo para el niño que juega, mientras el juego dura, y mientras dura la lectura compartimos las estrafalarias desventuras de don Quijote y las hacemos nuestras.
Tan nuestras las hacemos que convertimos en héroe al antihéroe, y le atribuimos lo que no es suyo.
Ladran, Sancho, señal que cabalgamos
es la frase que los políticos citan con más frecuencia.
Don Quijote jamás la dijo.
El caballero de la triste figura llevaba más de tres siglos y medio de malandanzas por caminos del mundo, cuando el Che Guevara escribió la última carta a sus padres. Para decir adiós, no eligió una cita de Marx. Escribió:
Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante. Vuelvo al camino con mi adarga al brazo
.
Navega el navegante, aunque sepa que jamás tocará las estrellas que lo guían.

sábado, 1 de octubre de 2011

El Amnesico y el Olvidador

Mario Benedetti





Hay una diferencia sustancial entre el amnésico y el olvidador, y entre éste y olvidadizo, que es apenas un precandidato a olvidador. El amnésico ha sufrido una amputación (a veces traumática) del pasado; el olvidador se lo amputa voluntariamente, como esos reclutas que se seccionan un dedo para ser eximidos del servicio militar. El olvidador no olvida porque sí, sino por algo, que puede ser culpa o disculpa, pretexto o mala conciencia, pero que siempre es evasión, huida, escape de la responsabilidad.


No obstante, el olvidador nunca logra su objetivo, que es encerrar el pasado (cual si se tratara de desechos nucleares)en un espacio inviolable.El pasado siempre encuentra un modo de abrir la tapa del cofre y asomar su rostro. El amnésico hace a menudo denodados esfuerzos para recuperar su pasado, y a veces lo consigue; el olvidador hace esfuerzos, igualmente denodados, por desprenderse de el mismo, pero sólo cosecha frustración, ya que nunca logra el pleno olvido. El pasado siempre alcanza a quien reniegan de él (así se trate del mismimísimo Macbeth), ya sea infiltrándose en signos o en gestos, en canciones o en pesadillas. Los pueblos nunca son amnésicos. Amnistía no es amnesia. La tradición es un recurso de la memoria colectiva , pero también hay otros , menos inofensivos. Tampoco los gobiernos son amnésicos aunque a veces intentan ser olvidadores. Curiosamente su forma de olvidar suele ser proselitista, ya que su objetivo es que los demás también olviden. Siempre es un mal sintoma cuando un gobernante intenta basar su poder en el olvido colectivo. Por lo general, es entonces cuando propone empezar desde cero, como si eso fuera posible. Lo cierto es que esa frase tiene para él un encanto particular. Hay que prohibirse mirar hacia atrás; hay que mirar siempre hacia adelante, no tener "ojos en la nuca".


Es obvio que se trata de una metáfora oficial, burocrática, pero en el subsuelo de cada metáfora siempre yace un sentido recóndito. El significado superficial es que no cultivemos el rencor ni la venganza. Bravo. El significado recóndito es que renunciemos a ser justos: que el sentido de la justicia desaparezca junto con los desaparecidos. De todo el legado de los Evangelios, sólo rescatan aquello de poner la otra mejilla, y en consecuencia preparan minusiosamente la segunda bofetada.


Sin embargo, ningún pueblo logra una verdadera paz si tiene un pasado pendiente. Los olvidadores también lo saben (¿quién puede no saberlo?) pero no les importa mucho, porque en el fondo no les importa la paz...

Tolstoi

EL REINO DE DIOS ESTÁ DENTRO DE VOSOTROS




Prefacio

En 1884 escribí un libro, titulado En qué consiste mi fe, en el cual, de hecho, expuse todas mis
creencias.

Manifestando mi manera de comprender la doctrina de Cristo, no dije por qué considero como
herejía aquella religión oficial llamada cristianismo. Esta difiere, en mi opinión, de aquélla de
Cristo en muchos puntos, entre los cuales constaté, ante todo, la supresión del mandamiento que nos
prohíbe que nos opongamos al mal con la fuerza. Más que cualquier otro, este desvío de la doctrina
es una prueba evidente de cuánto la iglesia oficial había desnaturalizado los principios de Cristo.
Yo, de hecho, como tantas otras personas, estaba poco informado sobre lo que, en la antigüedad,
fuera hecho, dicho o escrito acerca de esta tan importante cuestión: la no-resistencia al mal.

Sabía, sin embargo, lo que de esto pensaban los padres de la iglesia, como Orígenes, Tertuliano y
tantos otros. No ignoraba siquiera que existían y existen aun ciertas sectas llamadas menonitas,
hernutos, cuáqueros, que rechazan el servicio militar y no admiten que los cristianos porten armas.
Pero yo sabía todo esto de forma demasiado imperfecta para poder profundizar y esclarecer por
completo este asunto.

Como esperaba, mi libro no fue autorizado por la censura rusa. Pero, gracias tal vez a mi fama,
gracias también, a buen seguro, al interés que despertaban estas cuestiones, mi trabajo fue un gran
éxito en Rusia e incontables traducciones se hicieron en el extranjero. Esto provocó, así,
interesantes comunicados en apoyo a mi tesis, además de una larga serie de críticas.

Ese choque de ideas, sumado a los últimos acontecimientos históricos, me esclareció muchos
puntos que habían permanecido obscuros y me condujo a nuevas conclusiones, sobre las cuales me
extenderé en breve.

Primero, diré unas pocas palabras sobre los comunicados que me hicieron acerca de la noresistencia
al mal, alargándome entonces sobre los comentarios que esta cuestión provocó por parte
de los críticos eclesiásticos o laicos y terminaré con las conclusiones que me parecen derivar de este
estudio y de los últimos acontecimientos históricos.

L. TOLSTOI
YASNAÏA POLIANA

Mayo 14/26, 1893

Dejo un Link donde aparecen varios libros de León.

http://www.quedelibros.com/buscador.php?cx=partner-pub-4096822974789668%3A43phjz-hixl&cof=FORID%3A10&ie=ISO-8859-1&q=tolstoi&sa=Buscar#1326

sábado, 24 de septiembre de 2011

Benedetti



De un insensible como Mario Benedetti

HOMBRE PRESO QUE MIRA A SU HIJO

al "viejo" hache

Cuando era como vos me enseñaron los viejos
y también las maestras bondadosas y miopes
que libertad o muerte era una redundancia
a quién se le ocurría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas

que la patria o la tumba era otro pleonasmo
ya que la patria funcionaba bien
en las canchas y en los pastoreos

realmente botija no sabían un corno
pobrecitos creían que libertad
era tan sólo una palabra aguda
que muerte era tan sólo grave o llana
y cárceles por suerte una palabra esdrújula

olvidaban poner el acento en el hombre

la culpa no era exactamente de ellos
sino de otros más duros y siniestros
y éstos sí
cómo nos ensartaron
en la limpia república verbal
cómo idealizaron
la vidurria de vacas y estancieros
y cómo nos vendieron un ejército
que tomaba su mate en los cuarteles

uno no siempre hace lo que quiere
uno no siempre puede
por eso estoy aquí mirándote y echándote

de menos

por eso es que no puedo despeinarte el jopo
ni ayudarte con la tabla del nueve
ni acribillarte a pelotazos

vos ya sabés que tuve que elegir otros juegos
y que los jugué en serio

y jugué por ejemplo a los ladrones
y los ladrones eran policías


y jugué por ejemplo a la escondida
y si te descubrían te mataban
y jugué a la mancha
y era de sangre

botija aunque tengas pocos años
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides

por eso no te oculto que me dieron picana
que casi me revientan los ríñones
todas estas llagas hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre

pero también es bueno que conozcas
que tu viejo calló

o puteó como un loco
que es una linda forma de callar
que tu viejo olvidó todos los números
(por eso no podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos

y las calles y el color de los ojos
y los cabellos y las cicatrices
y en qué esquina
en qué bar
qué parada
qué casa

y acordarse de vos
de tu carita
lo ayudaba a callar

una cosa es morirse de dolor
y otra cosa morirse de vergüenza

por eso ahora
me podés preguntar
y sobre todo
puedo yo responder

uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere


llorá nomás botija
son macanas

que los hombres no lloran

aquí lloramos todos

gritamos berreamos moqueamos chillamos
maldecimos

porque es mejor llorar que traicionar

porque es mejor llorar que traicionarse

llorá
pero no olvides

Las Palabras


Nicolas Buenaventura.



En un tiempo no había nada. Tan sólo el vacío, un vacío insensible y ciego.
Al vacío insensible y ciego le gustaba pensar de vez en cuando, sólo de vez en cuando.
Y cada vez que pensaba, los pensamientos se quedaban suspendidos, flotando en el
vacío. Y se fueron sumando, los pensamientos, y se conocieron en el vacío. Y se pusieron
a jugar. Jugando, jugando, fueron creando nuevos pensamientos.
Al vacío comenzaron a nacerle como turupes, como jorobas… esas jorobas estallaron y
formaron palabras; porque el vacío era insensible y ciego, pero no mudo.
Las palabras rápidamente se levantaron y comenzaron a distinguirse: unas se volvieron árboles,
enredaderas, arbustos y florecitas. Otras se hicieron agua, hubo las que se
pusieron a nadar y se volvieron peces, las que se sentaron a descansar y se convirtieron
en piedras. Las palabras “aire voladoras” se hicieron pájaros.
Hasta que las palabras, aburridas de nombrar, decidieron ser nombradas: dijeron mujer,
dijeron hombre y las palabras “Mujer” y “Hombre” caminaron, se encontraron, se
nombraron y se amaron. Le pusieron nombres a las palabras. Apareció la palabra
“Casa” y la mujer y el hombre la habitaron. Se dijo “Mesa” y hubo dónde sentarse a
comer. Con la palabra “Palabra” apareció la primera herramienta y sentados alrededor
de la palabra “Fuego”, la mujer y el hombre se contaron las primeras historias.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Los Nadie




Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pié derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de los nadies, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

Eduardo Galeano

jueves, 15 de septiembre de 2011

El Che


Este texto es un supuesto discurso que el che habría dado en el país vecino.








DISCURSO EN EL PARANINFO DE LA UNIVERSIDAD
DE LA REPÚBLICA, EN MONTEVIDEO




Ernesto
Che
Guevara




Texto íntegro del discurso pronunciado por el Dr. Ernesto Guevara en el Paraninfo
de la Universidad de la República, en Montevideo, el 17 de agosto de 1961.




Queridos amigos; compañeros todos:




Cuando recibimos las atenciones del Gobierno uruguayo en las playas de Punta del Este
agradecíamos todas esas manifestaciones, todos los cuidados y todas las deferencias que para
nosotros se ha tenido durante estos días; pero sentíamos que nos faltaba algo, y ese algo era
precisamente el contacto con el pueblo. (APLAUSOS).




Pensando en alta voz, compañeros, diría que nosotros estamos malcriados por el contacto con el
pueblo y que no podemos dejar de tenerlo; nos sentimos mal cuando estamos en cualquier lugar donde
no podemos dialogar con él y no podemos dar nuestra experiencia pequeña y recibir la enorme
experiencia y la enorme dosis de sabiduría que el pueblo nos confiere todos los días. Y algo
quizás más importante: cada vez que un gobernante revolucionario se reúne con el pueblo, se anudan
más honda, más profundamente, los lazos que lo ligan a ese pueblo y a un compromiso tácito que se
ha adquirido, que no está escrito en ningún libro, que no está firmado por ninguna delegación,
pero sin embargo todas las conciencias lo conocen y en todo el pueblo está claro y está firme.




A veces en nuestro país se reúnen multitudes de un millón de personas; hay momentos en que,
como en este recinto, no se oye apenas un ruido y todos están pendientes de la palabra de Fidel,
por ejemplo. (APLAUSOS) Pero hay momentos en que el pueblo pide también su participación en la
discusión colectiva; grita, a veces baila, salta, aclama, demuestra, en fin, de mil maneras, sus
emociones, y las demuestra de tal forma que nosotros los hombres de gobierno sabemos qué es lo
mejor, qué es lo que más le interesa al pueblo, qué es lo que más le gusta, cuál es el camino más
justo y por dónde hay que seguir.




Por eso recurrimos quizás demasiado seguido al pueblo. A veces en asambleas, a veces en
diálogos directos en las fábricas, con los obreros, con estudiantes como ustedes, pero siempre
tratando de que nuestra voz y la voz de la gente puedan intercambiarse y que las ideas se
intercambien así, que no haya limitación de categoría, limitación de estrados, ni ningún tipo de
limitación para que las ideas vayan y vengan entre todo el pueblo y nosotros.




Creo que por eso hemos podido hacer algunas cosas en nuestro país (APLAUSOS); no todo lo que
quisiéramos hacer, mucho menos de lo que quisiéramos hacer, menos de lo que se hubiera podido
hacer también, pero hemos podido avanzar gracias a ese contacto continuo.




El pueblo lo sabe todo




Por eso, en esa misma forma, siguiendo ese ejemplo que ya hemos aprendido y aprovechando el
hecho de que ustedes, reunidos aquí, demuestran el mismo entusiasmo, la misma pasión que las
multitudes que se reúnen en La Habana, me voy a permitir desarrollar el tema que hoy vamos a
tratar en esa forma de diálogo entre alguien que ha aprendido un poquito en la práctica y el
pueblo que lo sabe todo, que lo ordena todo y que lo da todo. (APLAUSOS)




Los técnicos dirán que esta era una conferencia sobre desarrollo económico, y encontrarán que
no hay mucha similitud entre lo que hemos dicho hasta ahora y el tema del desarrollo económico.
Sin embargo, están íntimamente ligados, porque el real desarrollo económico, el desarrollo
económico impetuoso de los pueblos, se logra cuando estos pueden expresarse a través de las
instituciones políticas directamente, a través de la conducción de sus fábricas y de todos sus
medios de producción.




Las tasas de desarrollo




Por eso cuando se hablaba en la última Conferencia de las tasas de crecimiento que iba a tener
América, nos encontramos que eran muy pequeñas para nuestro país. Naturalmente que no vamos a
enjuiciar la Conferencia, que no es de nuestra competencia en este momento; simplemente hacemos
referencia a esa tasa de crecimiento del 2,5% anual, que ha sido considerada por lo menos
aceptable por los pueblos hermanos del continente.




Nosotros presentamos una tasa de crecimiento anual del 10% como aspiración; es decir, cuatro
veces más, y lo hicimos porque la Revolución Cubana tiene responsabilidades muy grandes y no puede
presentarse con datos que después la realidad no sancione, porque nosotros pensamos tener un
desarrollo aún más impetuoso que un 10% anual; el 10% es el mínimo, es simplemente la seguridad
que tomamos para hacer una afirmación categórica en una conferencia internacional.




¿Y cómo se logra ese desarrollo? Bien, hay tres grandes líneas a través de las cuales se logra
el desarrollo económico acelerado.




En Cuba -y me atrevo a afirmar que en la mayoría de los países de América que son
fundamentalmente agrícolas o agrícola-ganaderos-se inicia el desarrollo económico con la Reforma
Agraria y la adecuada distribución de las tierras. (APLAUSOS)




1






Bueno, ya no puedo decir el desarrollo económico en general, sino voy a referirme al desarrollo
económico de Cuba, tratando de apuntar lo que hay de especial, de específico, en nuestro pueblo, y
es lo que es general a todos los procesos de desarrollo. Nosotros hicimos la Reforma Agraria,
entregamos la tierra en pequeñas parcelas a aquellos arrendatarios que durante muchos años habían
trabajado en ella y en realidad habían pagado varias veces con su trabajo.




Pero los grandes latifundios de nuestra tierra no fueron sancionados; fueron entregados en
cooperativas o granjas estatales, para que los obreros agrícolas trabajaran sobre ella y pudieran
crear riquezas en una forma más ordenada. Con la Reforma Agraria se abrió el capítulo de la
diversificación de nuestra agricultura, que era una agricultura de monocultivo, y daba por
resultado un país de monoproducto. Nuestro país tenía la caña de azúcar como única fuente de
divisas, y como el 25% de todo su ingreso nacional. De tal forma que hoy en los campos en donde
anteriormente no había nada más que caña, y en todo caso algunos potreros para criar ganado,
empezó la agricultura a diversificarse.




Se ha creado un nuevo mercado, porque todos esos campesinos que antes vivían una existencia
subhumana, ingresan ahora al mercado. Nosotros tenemos -y a veces los periódicos traen las
noticias-dificultades en el abastecimiento de algunos productos de primera necesidad. ¿Por qué?
Pues, sencillamente, por una razón: porque hay control de precios por parte del Estado de esos
productos, y porque, a pesar de haber aumentado su cantidad, el aumento del consumo es tan bárbaro
que es imposible alcanzarlo.




En tal forma, en otros países se regula muy fácilmente esta diferencia entre la oferta y la
demanda. Se deja que juegue libremente la ley de la oferta y la demanda, suben los precios del
artículo que escasea, el que tiene menos no compra, y automáticamente se ha resuelto el problema,
sin que llegue al conocimiento de nadie prácticamente.




Nosotros entendemos que, cuando hemos iniciado el camino de la justicia social, no podemos
hacer que el comer o no comer carne dependa del tener o no tener dinero. El derecho a comer es el
derecho de todo el mundo. (APLAUSOS)




Es una utopía, hacer una revolución sin sacrificios




Por eso, simplemente, se racionan algunos alimentos como los aceites, las grasas de todo tipo,
que actualmente faltan por el bloqueo norteamericano (SILBIDOS); la carne, tenemos algunos
problemas también con la carne, y a veces se presentan algunos problemas con artículos de primera
necesidad, que no podemos producir en las cantidades que nuestro pueblo necesita y que exige en
forma creciente.




Por ejemplo, a veces tenemos dificultades en los zapatos; debemos reducir algunos compromisos
de exportación para poder mantener la cantidad de zapatos necesaria para nuestro pueblo. Nosotros
tenemos un ejército popular muy grande (APLAUSOS), que a veces tiene que ponerse en pie de guerra
-como sucedió en el mes de abril-total, y prácticamente a cada hombre capaz de empuñar un arma
hay que dársela, y naturalmente hay que darle zapatos -botas especiales-, hay que darle una serie
de atenciones.




Por todo ello, hemos tenido dificultades, naturalmente que las hemos tenido. Sería, realmente,
una utopía pensar que a noventa millas del territorio norteamericano se puede hacer una revolución
social que cambie totalmente la estructura del país, que cambie todas las relaciones de producción
que inaugura una nueva etapa -incluso venimos a asegurarlo en América toda-y que todo eso se haga
sin sacrificios. En realidad, hemos tenido, para la magnitud de la tarea emprendida, pocos
sacrificios.




Claro que las circunstancias históricas son muy diferentes, a los ejemplos anteriores que se
pudieran citar. Nosotros hemos podido emprender el desarrollo económico en unas condiciones
especiales en la historia de la humanidad, y cuando la correlación de fuerzas va cada días más
inclinándose a favor de las fuerzas de la paz, de las fuerzas que quieren el progreso de los
pueblos. (APLAUSOS) Por eso no debimos nosotros pagar el mismo precio tan exagerado que han pagado
otros pueblos del mundo -tan alto, porque nunca es exagerado el precio de la libertad, pero no tan
alto. (APLAUSOS)




La industrialización da la pauta del desarrollo




Bien, continuando con el proceso de desarrollo. Inmediatamente que se ha logrado en un país como
en cualquiera de los nuestros-hacer una Reforma Agraria, aumentar el mercado interno
considerablemente, hay que hacer toda una serie de leyes tributarias, de leyes de protección
fiscal, que aseguren que la industria nacional vaya a desarrollarse y emprender la tarea de
industrialización del país.




Es, naturalmente, la industrialización la que da la verdadera pauta del desarrollo. De acuerdo
a cómo vaya el proceso industrial así irá el desarrollo del país. Y otra vez nosotros podemos
decir que anunciamos tasas de desarrollo muy altas, con toda responsabilidad y las podemos
anunciar porque las condiciones, en el mundo actual, son muy diferentes.




Otros pueblos han tenido que construir todo mediante su propio esfuerzo, han tenido que
restringir hasta las comodidades más elementales para lograr una industria pesada, que es la base
indispensable del desarrollo de los pueblos. Nosotros iniciamos el camino de nuestra
industrialización pesada con créditos exteriores a largo plazo.




Pero esos créditos son dados de tal forma que no comprometen la dignidad nacional (APLAUSOS),
ni comprometen el futuro mediante obligaciones onerosas para pagar los préstamos. Hasta ahora,
podemos decir -para hablar en términos reales, absolutos, para no pecar de la más mínima dosis de
optimismo-que tenemos 357 millones de dólares asignados en préstamos industriales.




Es decir, que cada uno de los dólares prestados, que es parte de una maquinaria, va a producir
riquezas inmediatamente. No se hacen, ni nuestro país admite, préstamos para otra cosa que no sea
producir riquezas. (APLAUSO)




2






Esa es la tarea fundamental que hay que proponerse en los programas de desarrollo. Un programa
de desarrollo que empiece por ver el número de escuelas, de casas o de caminos que se va a hacer,
es irreal. El desarrollo social es algo realmente imprescindible y es por lo que todos luchamos.
Es, prácticamente, ridículo pensar que solamente se va a luchar por el desarrollo económico
simple, y que va a ser el desarrollo económico en sí un fin. Eso no es así.




Sentido del desarrollo económico




El desarrollo económico es nada más que el medio para lograr el fin, que es la dignificación
del hombre. (APLAUSOS) Pero para lograr ese fin, hay que producir, porque si se empieza a hacer
las casas antes de construir las fábricas de cemento, va a haber un momento en que no va a haber
riquezas para que esas casas puedan siquiera ser habitadas, no va a haber trabajo para el hombre
que la habite, no va a haber ninguna garantía de que la familia de ese hombre, al que se le ha
dado una casa, pueda comer todos los días gracias al trabajo de sus miembros.




Por eso hay que empezar por el principio, que es el aumento de los medios de producción. No
quiere decir esto que ahora, o que en Cuba -para dar un ejemplo específico-vayamos a dedicarnos
única y exclusivamente a construir fábricas, a hacer con más rapidez cada día las 205 fábricas que
están plneadas hasta estos momentos, a ponerlas a producir solamente y que nos vamos a olvidar de
los deberes que tenemos para con nuestro pueblo.




Eso también sería absurdo.




El comercio exterior




Bien, otra condición indispensable para el desarrollo es el lograr mercados estables y cada vez
mayores, y además diversificar el comercio exterior.




Es una tarea a la cual nosotros nos dimos desde los primeros momentos del Gobierno
Revolucionario, tratando de hacer contacto con todos los países del mundo que pudieran comprar
nuestro producto único prácticamente, como es el azúcar. Así Cuba ha desarrollado relaciones muy
amplias con todos los países socialistas. (APLAUSOS)




Desgraciadamente el estado de guerra en que se vive en el Caribe, ha hecho que estos mercados
no hayan sido logrados mediante una expansión real del comercio, sino sustituyendo por toda una
serie de mercados que se perdieron y el más importante para nosotros, el mercado norteamericano,
que ya ha sido definitivamente cerrado a fines del año pasado... (GRITOS) No le voy a decir,
felicitaciones no, porque a nuestro pueblo le cuesta eso. Naturalmente que lo aceptamos, es lógico
que si hay que pagar ese precio se pague tranquilamente... (APLAUSOS) Pero no le hace bien a
nuestro pueblo, ni le hace bien tampoco, aunque parezca mentira, dado el tamaño de nuestro
mercado, no le hace bien a los Estados Unidos. Hay, por ejemplo, en los mataderos de Chicago, que
son enormes; la manteca de cerdo es un subproducto, en Cuba se consume prácticamente manteca de
cerdo solamente, como aceite, como grasa, y todo eso venía directo de Chicago en vagones tanques;
al embargar Estados Unidos esas ventas, nos produce a nosotros un daño, pero también...
naturalmente ustedes no tienen por qué tener esa curiosidad, pero si ven los precios de la manteca
en el mercado de Chicago, verán que se han ido abajo, porque ahora ellos, en Estados Unidos,
siguen la ley de la oferta y la demanda, tienen mucho más oferta y no tienen dónde colocar la
manteca.




De tal forma... (GRITOS) Miren, compañeros, ustedes dicen: "que se la coman ellos", pero es que
pasa una cosa, la experiencia demuestra que ellos no se la comen, sino que a veces dicen que
ayudan a otro país, entregan sus excedentes y hay un tercero damnificado. (APLAUSOS)




De modo que de todas maneras no es bueno el estado de guerra. Nosotros, con toda nuestra
dignidad, hemos anunciado repetidas veces, la disposición del gobierno cubano para tratar
seriamente los problemas del intercambio con los Estados Unidos y con algunos otros países con los
que hemos tenido problemas, desgraciadamente no se ha podido hacer todavía. Bien, de todas maneras
frente a la agresión imperialista, frente al bloqueo que nos ha impedido traer materias primas,
que nos impide traer una gran cantidad de piezas de repuestos, nuestro pueblo tuvo que ingeniarse
y desarrollar su inventiva.




El bloqueo norteamericano




Para nosotros ha sido una de las más grandes experiencias el bloqueo, porque ustedes, los
uruguayos, no se pueden imaginar la situación de dependencia que existía en Cuba. Prácticamente
Cuba era, simplemente, una parte del territorio de Estados Unidos. Allá los ingenieros de una
fábrica, por ejemplo, no sabían cómo era un repuesto; conocían el repuesto por una sigla; ellos
pedían el XZ21, por ejemplo, y le venía entonces de New York el XZ21. Cuando nosotros cambiamos
los mercados, imagínense eso en cientos y cientos de fábricas: no podíamos ir a pedir a mercados
nuevos, que no tenían todas esas claves, el XZ21, que no significa nada; y había que examinar la
pieza, dibujarla, hacerla a veces, crearla en la forma en que mejor pudiéramos, sustituirla por
otro sistema otras veces, y, en algunos otros casos, se podía hacer compatible con algunos de los
productos de nuestros nuevos mercados.




Esto nos costó que las fábricas se paralizaran, muchas anduvieran a un ritmo menor. A veces, la
materia prima específica para cada fábrica no existía, había que detenerla o caminar a un ritmo
menor. Este año ha sido un proceso de aprendizaje contínuo, donde hemos tenido que desarrollar las
inventivas populares al máximo, para lograr que no se paralizaran nuestros centros de trabajo. Y,
también, como estábamos en una situación de guerra, y como la paralización de cada centro de
trabajo era el producto de esa guerra, nosotros subsidiábamos en cada caso a todos los obreros que
se vieran obligados a cesar en su trabajo, mientras duraran las causas.




Afortunadamente en el momento actual solamente tenemos en reparación tres fábricas, que están
paradas, todas las demás fábricas de Cuba están caminando... (APLAUSOS) y podemos decir con
orgullo que a pesar de las dificultades, este año la producción global de nuestra industria
aumentó un 10% sobre la del año pasado, comparando seis meses de producción... (APLAUSOS) Este
debiéramos haber aumentado lo menos el 20%, pero las circunstancias, las presiones exteriores, la




3






falta en muchas ocasiones de técnicos suficientes, hizo que no pudiéramos alcanzar nuestras metas
reales, las que nos habíamos fijado, que eran un poco más del 20% de aumento global.




Cuidar la estabilidad de los precios




Bien, hemos dicho tres cualidades esenciales, la de los mercados, los nuevos mercados, la
industrialización y el desarrollo agrícola, empezando por una reforma agraria. No debe olvidarse
nunca que hay que cuidar mucho un factor para que el desarrollo pueda hacerse ordenado y pueda
realmente rendir los frutos que de él se esperan, que es la estabilidad de los precios, si los
precios empiezan a correr una carrera con el aumento de los salarios sobre el aumento de la
producción en general, ocurre que el desarrollo poco a poco se va deteniendo. Naturalmente que los
precios no tienen un valor en sí, los precios son el reflejo de una serie de situaciones. Pero es
muy importante vigilar, porque cuando los precios tienen tendencia a aumentar está indicando
enseguida al gobernante que por algún lugar hay una lucha entre la oferta y la demanda, no hay una
armonía total, que se está produciendo menos o que ha aumentado mucho la demanda y hay que ir a
corregir de alguna forma las causas que provocan el aumento de precio. Esa es la importancia de
fijarlos y nosotros tenemos los precios fijos en nuestro país. De tal forma, que ya todo lo que se
logre de aumento en los salarios es aumento real del nivel de vida de los obreros, de los
trabajadores de todo tipo.




El poder político y los medios de producción en manos de los trabajadores




Bien, con todos estos elementos se puede entrar a hacer la planificación del desarrollo porque
el desarrollo tiene que ser armonioso para que pueda rendir sus frutos. No se puede en un momento
dado hacer una reforma agraria completa y avanzar por la diversificación agrícola, al máximo; nos
encontramos que se necesitan una serie de procesos industriales que ayuden a la agricultura. Así
se puede aprobar, y esa tarea de planificación es muy importante para que todo se pueda realizar
armónicamente.




Sin embargo, de planificación se ha hablado mucho. En general, es una de las tantas palabras
que están actualmente en boca de todos y cuyo uso es un poco indiscriminado. Nosotros consideramos
que la real planificación, la planificación de todos los medios de producción del país, solamente
se puede hacer con dos condiciones básicas: que los trabajadores hayan conquistado el poder
político -cosa fundamental-(GRANDES APLAUSOS), y la otra es que sean los dueños de los medios de
producción.




La planificación




En tal forma sí se puede hacer una planificación completa. Y además, cuando se llega a esto hay
que considerar que se necesita una conducción centralizada y capaz de tomar decisiones, porque el
trabajo de planificación es muy arduo.




Nosotros estamos en este momento en el primer año; mejor dicho, en los preparativos para
iniciar el primer año del cuatrienio del primer plan, y es muy dura la tarea.




Este año planificamos la producción en forma anual simplemente, y hemos podido ver todos
nuestros errores e ir corrigiéndolos con el transcurso de los meses, pero la tarea de planificar
es muy difícil y por eso se necesita una conducción centralizada, que tenga una clara idea de las
metas.




La tarea de planificar, además, demanda el concurso inexcusable de toda la población del país.
Nosotros llamamos solamente planificación cuando todos los trabajadores, todos los obreros de una
fábrica, los campesinos en las cooperativas, los trabajadores de todo tipo, pueden discutir los
planes, discutirlos una y otra vez, analizarlos y aprobarlos en asamblea de producción.




En tal forma se podrá luego lograr un verdadero plan de desarrollo, pero para que discuta la
gente, para que los obreros, los trabajadores y los administradores de las fábricas discutan. Se
necesita que haya una relación muy directa, porque en condiciones de países capitalistas es muy
difícil, los obreros no quieren discutir con el patrón ni les interesa aumentar la producción para
que aumenten las ganancias del patrón, y el patrón tiene miedo a los obreros.




Nosotros, como prácticamente el 85% de la producción está en manos del pueblo, podemos
discutir. Nos reunimos muy seguido para discutir, y poder entonces fijar los planes.




El proceso de planificación es muy largo, y muy difícil. Yo creo que si intentara
explicárselos, solamente podría crear el caos y no llegaría a hacerme entender, porque la
planificación no es una cosa teórica, no se puede explicar en una pizarra; la planificación es
algo práctico, que nace de las relaciones de producción, que es impulsada por la necesidad del
Estado que está en proceso de desarrollo, tratando de hacerlo lo más rápidamente posible.




De tal forma que si no se está en contacto con el problema, es muy difícil explicarlo. Por lo
tanto, no voy a caer en el pecado de pretender dar una conferencia sobre planificación. Es muy
interesante; algún día algunos de ustedes, estudiantes de Ciencias Económicas, tendrán que verlo
en la práctica, es su trabajo; sin embargo, no se puede teorizar sobre eso, es algo del trabajo
cotidiano.




Lo que sí puedo es darles una idea de lo que se está haciendo en Cuba en materia de industrias,
sobre todo.




Nosotros tuvimos un enfoque que, más o menos, se puede expresar así: la base del desarrollo es
la industria pesada, pero la industria pesada no se puede lograr por el desarrollo interno del
país, si no es un país muy grande, si no es con grandes sacrificios. Tenemos que recurrir entonces
a los grandes países industrializados, para que nos den la asistencia técnica y de equipos
necesaria. De tal forma que hicimos contacto con todos los países del mundo.




Por ejemplo, los norteamericanos solamente vendían fábricas a condición de que fuera a empresas
privadas, si no, no las vendían; otros quería una serie de garantías imposibles de ofrecer; otros
querían que se les pagara en dólares, y nosotros no teníamos tantos dólares.




Los convenios con los países socialistas




4






Con los países socialistas firmamos, al fin, convenios, en donde se paga en productos de
nuestro país y a largo plazo. De tal forma que podemos asegurar que en este cuatrienio vamos a
tener instalada la producción ya de 700 mil toneladas de acero, lo que nos colocará por lo menos
en el primer lugar de América, por habitante, considerando los niveles actuales de producción. Si
de aquí a 1965 hay otros países que producen mucho más acero, puede ser que no quedemos en primer
lugar; pero, desde una cifra insignificante que teníamos el año pasado, hasta las 700 mil
toneladas, hay una gran diferencia que será cubierta con créditos de la Unión Soviética. (GRANDES
APLAUSOS)




Además, hemos desarrollado el níquel, que es un mineral estratégico muy importante, estratégico
en sentido militar y estratégico en sentido industrial también, porque se hacen con él los aceros
especiales para las fábricas químicas, y se va a invertir una cantidad de 200 millones de dólares,
de los cuales 100 millones en equipo aportará también la Unión Soviética, y los otros 100 millones
nosotros mismos.




Seremos el segundo país del mundo en la producción global de níquel. Produciremos, además,
cemento en cantidades de 2,5 millones de toneladas anuales; también seremos el primer país de
América, holgadamente, después de este cuatrienio. Produciremos también más electricidad por
habitante que ningún país de América, al final del cuatrienio. Desarrollaremos 205 fábricas, la
mayoría de ellas para suplir el consumo interno, y algunas pocas para ir preparándonos a nuestra
tarea de ser países exportadores de productos terminados.




El objetivo, un país industrial




Es decir, que nuestra tarea en este plan cuatrienal es simplemente convertirnos en un país
agrícola con una cierta base industrial y pasar al quinquenio siguiente a ser un país agrícolaindustrial;
y después, si el trabajo de nuestro pueblo lo permite y las condiciones se dan, nos
convertiremos en un país industrial. (APLAUSOS)




Ya en el año 1965 Cuba estará fabricando sus propios barcos, de por lo menos 6 mil toneladas, y
quizá de 10 mil toneladas; es decir que, barcos de gran tonelaje, hechos en Cuba, por obreros
cubanos, ya con técnica cubana, empezarán a surcar todos los mares del mundo, a los fines del
primer Plan Cuatrienal de desarrollo. (APLAUSOS)




Porque los pueblos pueden hacer realizaciones enormes cuando están llevados por la llama
revolucionaria, cuando están en una situación especial de su historia, cuando todas las pequeñas
satisfacciones de la vida diaria se pierden, se transforman, y se nota un cambio cualitativo en el
pueblo que entra en revolución; Martí llamaba a eso "entrar en revolución". (APLAUSOS)




Ya no importan las horas de trabajo, no importa lo que se vaya a ganar, no importan los premios
en efectivo, lo que importa es la satisfacción moral de contribuir al engrandecimiento de la
sociedad, la satisfacción moral de estar poniendo algo de uno en esa tarea colectiva y ver cómo
gracias a su trabajo, gracias a esa pequeña parte del trabajo individual, que se junta en millones
y millones de trabajos individuales, se hace un trabajo colectivo armónico, que es el reflejo de
una sociedad que avanza. (APLAUSOS)




El espíritu revolucionario cubano




Ese es el espíritu que hay hoy en nuestro pueblo, es el espíritu de un pueblo que se ha
descubierto a sí mismo, como todos los pueblos en revolución, que se ha dado cuenta que no hay
nada negado a nuestros pueblos, que no es cierto que haya pueblos técnicos y pueblos no técnicos,
que haya pueblos industriosos y pueblos haraganes, que haya pueblos cultos y pueblos incultos. Hay
nada más que situaciones, situaciones que están regidas por condiciones económicas, pero que se
pueden romper, y que en este momento en el mundo avanzan muy rápidamente hacia la ruptura total de
los viejos sistemas y hacia la comprensión de que el hombre es hermano del hombre, en todo el
universo. (PROLONGADOS APLAUSOS)




Por todo eso, compañeros, Cuba puede avanzar ahora a ritmos desconocidos en América, prepararse
para ese nuevo futuro que todos queremos, un futuro donde la ciencia y la técnica sean puestas
totalmente al servicio del hombre, donde todos los adelantos técnicos, todas las nuevas máquinas
que se inventen, sirvan para aumentar el bienestar del hombre y no para aumentar su sumisión, para
aumentar su hambre, para provocar desempleo. (GRANDES APLAUSOS) Y en nuestro país, por imperio de
ese nuevo clima que se vive, se ha aprendido incluso, en el curso de nuestro desarrollo
revolucionario, el valor de la solidaridad.




Los de América Latina, pueblos aislados




Nosotros éramos pueblos aislados. Cuando nos lamentábamos de los mercados que habíamos perdido
olvidé decir los mercados que nunca tuvimos junto a nosotros, como son los mercados de América
Latina para cada uno de nosotros. ¿Por qué? Porque nos aislaban, sencillamente; porque siempre se
dedicaban a hacer que nos ignoráramos unos a los otros.




Por eso Artigas era desconocido en Cuba, y Martí era desconocido en Uruguay. Por eso los héroes
continentales no alcanzaban esa magnitud real, esa magnitud de hombres de América que tienen, y se
circunscribían a determinados pueblos. Por eso todavía en América tratan de discutir si es más
grande o menos grande, y a quién pertenecen San Martín o Bolívar, sin contar con que San Martín y
Bolívar son hombres de América.




San Martín, que murió exactamente hace ciento once años hoy, era un hombre de América
(APLAUSOS); como Bolívar, no podemos decir que perteneciera a un país, como Martí no nos
pertenece. Son productos de nuestra civilización, de nuestro sustrato cultural, producto de todo
lo que ha madurado durante años y años, de lo que se ha agregado al indígena primitivo, con el
negro que se trajo, con el español que vino a colonizar, con las razas de otros lugares del mundo,
por nuestras condiciones sociales específicas, y que han creado este hombre americano que habla
prácticamente el mismo lenguaje y que, de todas manera, se entiende siempre en cualquier lugar
donde se exprese.




Se aprende a estar unidos para luchar contra el enemigo común




5






Nosotros hemos aprendido hoy ese valor. Ahora saben nuestros obreros lo que significa que un
terremoto deje sin casa, sin trabajo, sin medios de ninguna clase, a los obreros de Chile.
(APLAUSOS); y nuestros obreros inmediatamente se movilizan, van ellos -no el Gobierno-, los
obreros, nuestros pueblos, a buscar medios para auxiliar a sus hermanos.




Porque ahora se aprende, como se aprende siempre en revolución, que no puede haber desunión,
que no podemos luchar contra los grandes enemigos separados unos de otros (APLAUSOS); que
solamente hay un enemigo común en este momento, que es el que reúne todas las enemistades que
puedan caer sobre nuestro pueblo; es el que significa pobreza, es el que significa opresión de
cualquier tipo; el que significa asesinato, el que significa opresión política, el que significa
opresión económica, el que significa distorsión de nuestro desarrollo, el que significa incultura,
todo eso lo significa el imperialismo. Entonces, no podemos nosotros luchar desunidos, podemos,
unos por aquí y otros por allá; eso lo aprendimos bien en Cuba.




Aprendimos, ya en el ejército de la Revolución, que cuando hay un hombre herido o vejado en
Chile, en la Argentina, en cualquier lugar de América, se está afectando la dignidad nuestra, la
dignidad de toda América. (APLAUSOS)




Realmente, compañeros, creo que en las últimas palabras decía que se han separado del tema del
desarrollo económico. (APLAUSOS) Quería decirles esto, para hacerles una advertencia y pedirles un
favor revolucionario. Cuando recibí esta gentil invitación, hace unos cuantos días, la consulté
con el Presidente Haedo, y el Presidente entendió que era correcto que estuviéramos aquí, y nos
pidió que hiciéramos todo lo posible porque no se produjera ninguna clase de incidentes que
pudieran manchar esta conferencia, este diálogo, esto que hemos tenido hoy ustedes y nosotros.




Yo entiendo que es para mí de elemental cortesía el solicitárselos encarecidamente a ustedes,
solicitar que sea una demostración de las nuevas etapas a que están llegando -no digamos los
movimientos revolucionarios, para no ponerles nombre demasiado atrevido-los movimientos populares
de toda América, conscientes de la importancia que tienen, y conscientes de que no es necesario
extremar la fuerza para lograr lo que uno persigue.




La fuerza es el último recurso




La fuerza es el recurso definitivo que queda a los pueblos. Nunca un pueblo puede renunciar a
la fuerza, pero la fuerza solamente se utiliza para luchar contra el que la ejerce en forma
indiscriminada. (APLAUSOS)




Y nosotros -les podrá parecer extraño que hablemos así, pero es cierto-, nosotros iniciamos el
camino de la lucha armada, un camino muy triste, muy doloroso, que sembró de muertos todo el
territorio nacional, cuando no se pudo hacer otra cosa. Tengo las pretensiones personales de decir
que conozco América, y que cada uno de sus países, en alguna forma, los he visitado, y puedo
asegurarles que en nuestra América, en las condiciones actuales, no se da un país donde, como en
el Uruguay, se permitan las manifestaciones de las ideas.




Se tendrá una manera de pensar u otra, y es lógico; y yo sé que los miembros del Gobierno del
Uruguay no están de acuerdo con nuestras ideas. Sin embargo, nos permiten la expresión de estas
ideas aquí, en la Universidad y en el territorio del país que está bajo el Gobierno uruguayo. De
tal forma que eso es algo que no se logra, ni mucho menos, en los países de América.




Ustedes tienen algo que hay que cuidar, que es precisamente la posibilidad de expresar sus
ideas; la posibilidad de avanzar por cauces democráticos hasta donde se pueda ir; la posibilidad,
en fin, de ir creando esas condiciones que todos esperamos algún día se logren en América, para
que podamos ser todos hermanos, para que no haya la explotación del hombre por el hombre ni siga
la explotación del hombre por el hombre, (APLAUSOS) lo que no en todos casos sucederá lo mismo sin
derramar sangre, sin que se produzca nada de lo que se produjo en Cuba, que es que cuando se
empieza el primer disparo, nunca se sabe cuándo será el último. Porque no hubo un último disparo
el último día de la Revolución; hubo que seguir disparando. Nos dispararon, tuvimos que ser duros,
tuvimos que castigar con la muerte a alguna gente; nos volvieron a atacar, nos han vuelto a atacar
una vez más, y nos seguirán atacando.




El camino pacífico




Y esta lucha, en esta forma tan enardecida que a veces divide -incluso-hasta a miembros de la
familia, naturalmente que permite una construcción muy rápida del país, naturalmente que hace que
nuestro país marche a un ritmo terriblemente acelerado, pero también deja una serie de secuelas
que después cuesta curar. Y no es bueno ni es bonito, porque hemos tenido que hacerlo y no nos
arrepentimos, naturalmente, y creemos que lo que hemos hecho lo hemos hecho respondiendo a la
justicia. (APLAUSOS) Pero si esas aspiraciones del desarrollo económico -que son, en definitiva,
las aspiraciones de bienestar en cualquier forma que sea y como quiera llamársele-, la aspiración
del pueblo a su bienestar se puede lograr por medios pacíficos, eso es lo ideal y eso es por lo
que hay que luchar. (APLAUSOS)




Bien, compañeros: hemos tenido un diálogo irregular, no muy académico; si ustedes no se
ofenden, muy cubano en su forma de expresión, de intercambio. (APLAUSOS) Quisiera decirles que la
impresión y el recuerdo que nos llevamos del pueblo uruguayo será imborrable. No son palabras, no
valdría la pena decir palabras protocolares. Quizás es que no son nada más que pueblo, y sobra lo
de uruguayo, porque todos los pueblos del mundo... (APLAUSOS PROLONGADOS Y GRITOS DE "CUBA, CUBA")




En todo caso, podemos decir que de estas reuniones, del intercambio que hemos tenido estos días
mis compañeros y yo con el pueblo uruguayo, nos llevamos un recuerdo imborrable, y que ese
recuerdo servirá -como sirve siempre el recuerdo del pueblo y de los diálogos con el pueblo-, para
indicarnos todos los días que nuestro compromiso es todavía más grande que con el de seis millones
y medio de cubanos, que nuestro compromiso ha trascendido las fronteras de nuestra Isla, que se ha
afincado en muchos lugares de América y que debemos todos los días trabajar y todos los días
perfeccionarnos. Nosotros, sin embargo, debemos perfeccionarnos todos los días, cada vez con más
ahínco, para ser dignos de ese compromiso que hemos contraído en estos días con ustedes. Nada más.
(OVACION) (GRITOS DE: "CUBA, CUBA", "SALUDOS A FIDEL", "CUBA SI, YANQUIS NO")

Humanitos





Nosotros "los humanitos"; los exterminadores de todo; los cazadores del prójimo; los creadores de la bomba atómica, la bomba de hidrógeno y la bomba de neutrones que es la más saludable de todas porque liquida a las personas pero deja intactas las cosas.
Los únicos animales que inventan máquinas, los únicos que viven al servicio de las máquinas que inventan.
Los únicos que devoran su casa; los únicos que envenenan el agua que les da de beber y la tierra que les da de comer; los únicos capaces de alquilarse o venderse y de alquilar o vender a sus semejantes.
Los únicos que matan por placer; los únicos que torturan; los únicos que violan y también... y también los únicos que ríen.
Los únicos que sueñan despiertos; los que hacen seda de la baba del gusano; los que convierten la basura en hermosura; los que descubren colores que el arcoiris no conoce; los que dan nuevas músicas a las voces del mundo y crean palabras para que no sea muda la realidad y su memoria.

Zhen He


La gran ciudad flotante

A principios del siglo quince, el almirante Zheng, comandante de la flota china, grabó en piedra, en las costas de Ceylán, su homenaje a Alá, Shiva y Buda. Y a los tres pidió, en tres idiomas, la bendición de sus marineros.


Zheng, eunuco fiel al imperio que lo había mutilado, encabezó la flota más grande de cuantas hayan navegado los mares del mundo.


Al centro, las naves gigantes, con sus huertos de frutas y legumbres, y alrededor un bosque de mil mástiles:
Se despliegan las velas como nubes del cielo...


Los barcos iban y venían entre los puertos de China y las costas del África, pasando por Java y la India y Arabia y... Los marineros partían de China llevando porcelanas, sedas, lacas, jades, y volvían cargados de historias y de plantas mágicas y de jirafas, elefantes y pavos reales. Descubrían idiomas, dioses, costumbres. Conocieron las diez utilidades del coco y el inolvidable sabor del mango, descubrieron caballos pintados a rayas blancas y negras y aves de largas patas que corrían como caballos, encontraron incienso y mirra en Arabia, y en Turquía piedras raras, como el ámbar, al que llamaron saliva de dragón. En las islas del sur fueron asombrados por pájaros que hablaban como hombres y por hombres que llevaban un sonajero colgando entre las piernas, para anunciar sus virtudes sexuales.


Los viajes de la gran flota china eran misiones de exploración y de comercio. No eran empresas de conquista. Ningún afán de dominio obligaba a Zheng a despreciar ni a condenar lo que encontraba. Lo que no era admirable resultaba, al menos, digno de curiosidad. Y de viaje en viaje iba creciendo la biblioteca imperial de Pekín, que en cuatro mil libros reunía los saberes del mundo.


Seis libros tenía, por entonces, el rey de Portugal. E.G