jueves, 26 de abril de 2012

Guernica




París, primavera de 1937: Pablo Picasso despierta y lee.

Lee el diario mientras desayuna, en su taller.

El café se le enfría en la taza.

La aviación alemana ha arrasado la ciudad de Guernica. Durante tres horas, los aviones nazis han perseguido y ametrallado al gentío que huía de la ciudad en llamas.

El general Franco asegura que Guernica ha sido incendiada por dinamiteros asturianos y pirómanos vascos enrolados en las filas comunistas.

Dos años después, en Madrid, Wolfram von Richthofen, comandante de las tropas alemanas en España, acompaña a Franco en el palco de la victoria: matando españoles, Hitler ha ensayado su próxima guerra mundial.

Muchos años después, en Nueva York, Colin Powell pronuncia un discurso, en las Naciones Unidas, anunciando la inminente aniquilación de Irak.

Mientras él habla, el fondo de la sala no se ve, Guernica no se ve. La reproducción del cuadro de Picasso, que decora la pared, ha sido completamente cubierta por un enorme paño azul.

Las autoridades de las Naciones Unidas han decidido que ése no es el acompañamiento más adecuado para la proclamación de una nueva carnicería.

Eduardo Galeano

jueves, 19 de abril de 2012

Una soga de dieciocho centavos






22 de febrero de 1913
Ciudad de México


Una soga de diciocho centavos
El presidente Madero aplica un impuesto, un impuestito, a las jamás tocadas empresas petroleras, y el embajador norteamericano, Henry Lane Wilson, amenaza con la invasión. Anuncia el embajador que varios barcos de guerra avanzan sobre los puertos de México, mientras el general Huerta se subleva y embiste a cañonazos contra el Palacio Nacional.
El destino de Madero se discute en el Salón de Fumar de la embajada de los Estados Unidos. Se resuelve aplicarle la ley de fugas. Lo suben a un auto y al rato le ordenan bajar y lo acribillan en la calle.
El general Huerta, nuevo presidente, acude a un banquete en el Jockey Club. Allí anuncia que tiene un buen remedio, una soga de dieciocho centavos, para acabar con Emiliano Zapata y Pancho Villa y los demás enemigos del orden.

E.G

miércoles, 18 de abril de 2012

Profetas del siglo veinte






Carlos Marx y Federico Engels habían escrito el " Manifiesto Comunista " a mediados del siglo diecinueve.No lo habian escrito para interpretar el mundo,sino para ayudar a cambiarlo.Un siglo después,un tercio de la humanidad vivía en sociedades inspiradas por este panfleto de apenas veintitrés páginas.
El "Manifiesto" fue una certera profecía.El capitalismo es un brujo incapaz de controlar las fuerzas que desata, dijeron los autores, y en nuestros días puede comprobarlo,a simple vista,cualquiera que tenga ojos en la cara.
Pero los autores no se les pasó por la cabeza que el brujo pudiera tener más vidas que un gato,ni que las grandes fábricas pudieran dispersar la mano de obra para reducir costos de producción y sus amenazas de sublevación,ni que las revoluciones sociales pudieran ocurrir en las naciones que eran llamadas "BÁRBARAS",más frecuentemente que en las llamadas "CIVILIZADAS",ni que la unidad de los proletariados de todos los países pudiera resultar menos frecuente que su división,ni que la dictadura del proletariado pudiera ser el nombre artístico de la dictadura de la burocracia.
Y así,por lo que sí, y por lo que no,el " Manifiesto " confirmó la más profunda certeza de sus autores: la realidad es más poderosa y asombrosa que sus intérpretes.GRIS ES LA TEORÍA Y VERDE EL ÁRBOL DE LA VIDA,había dicho Goethe por boca del Diablo.Y Marx solía advertir que él no era marxista, anticipándose así a quienes iban a convertir el marxismo en ciencia o religión indiscutible.
E.G

sábado, 14 de abril de 2012

Todos los días

Subte, 10:45hs, un niño reparte dos papeles, seguramente no sabe lo que dicen; 1,20 ó 1,30 mts de altura, zapatillas usadas, una no le entra, tiene su talón pequeñito afuera, seguramente tenga entre 7 y 9 años, tendría que estar en la escuela o por lo menos preparándose para ir en el turno tarde; nada de eso ocurre, está acá, solo, solito ante el desprecio del adulto frustrado. Ignorado, sigue repartiendo papeles que nadie lee, ni siquiera los sostienen con sus manos, termina la repartija, se detiene, curioso como cualquier niño, pregunta a un muchacho sobre su guitarra, le sonríen, explican y gana unos pesos; respiro contento, ese niño fue escuchado!, me miro, mis manos atadas como la de todos los demás (por voluntad propia), ignorando la crueldad, soy uno más de los que no hacen nada. Ese niñito se levanta de donde puede, más temprano que yo, mal comido, mal desayunado, mal dormido, mal abrigado; ese niño es el futuro joven descreído de este mundo, creará el suyo y crecerá y te odiará y querrá plata para olvidar su niñez sin infancia, y ahí pediremos que lo maten, porque me tocó lo mío, porque lo ignoré.

jueves, 12 de abril de 2012

La letra con sangre entra

Mientras Estados Unidos y Japón llevaban adelante sus independencias, otro país, Paraguay, fue aniquilado por hacer eso mismo. Paraguay era el único país latinoamericano que se negaba a comprar salvavidas de plomo a los mercaderes y banqueros ingleses. Sus tres vecinos, Argentina, Brasil y Uruguay, tuvieron que dictarle, a sangre y fuego, un curso sobre los usos de las naciones civilizadas, como explicó el diario inglés "Standar", que se publicaba en Buenos Aires. Todos acabaron mal. Los alumnos, exterminados. Los profesores, fundidos. Se había anunciado que en tres meses Paraguay recibiría su merecida lección, pero las clases duraron cinco años. La banca británica financió esa misión pedagógica, y la cobró muy cara. Los países vencedores terminaron debiendo el doble de lo que debían cinco años antes, y el país vencido, que no debía un centavo a nadie, fue obligado a inaugurar su deuda externa: Paraguay recibió un préstamo de un millón de libras esterlinas. El préstamo estaba destinado al pago de indenmización a los países asesinos, por lo mucho que les había costado asesinarlo. De Paraguay desaparecieron las tarifas aduaneras que protegían a la industria nacional; desaparecieron las empresas del estado, las tierras públicas, los hornos siderúrgicos, el ferrocarril que había sido uno de los primeros de América del Sur; desapareció el archivo nacional, quemado con todos sus tres siglos de historia; y desaparecieron los hombres. El presidente argentino, Domingo Faustino Sarmiento, educado educador, comprobó en 1870: -Se acabó la guerra. Ya no queda ningún paraguayo mayor de diez años. Y celebró: -Era preciso purgar de la tierra de toda esa excrecencia humana. E.G

La Maldición Blanca

Los esclavos negros de Haití propinaron tremenda paliza al ejército de Napoleón Bonaparte; y en 1804 la bandera de los libres se alzó sobre las ruinas. Pero Haití fue, desde el pique, un país arrasado. En los altares de las plantaciones francesas de azúcar se habían inmolado tierras y brazos, y las calamidades de la guerra habían exterminado a la tercera parte de la población. El nacimiento de la independencia y la muerte de la esclavitud, hazañas negras, fueron humillaciones imperdonables para los blancos dueños del mundo. Dieciocho generales de Napoleón habían sido enterrados en la isla rebelde. La nueva nación, parida en sangre, nació condenada al bloqueo y a la soledad: nadie le compraba, nadie le vendía, nadie la reconocía. Por haber sido infiel al amo colonial, Haití fue obligada a pagar a Francia una indemnización gigantesca. Esa expiación del pecado de la dignidad, que estuvo pagando durante cerca de un siglo y medio, fue el precio que Francia le impuso para su reconocimiento diplomático. Nadie más la reconoció. Tampoco la Gran Colombia de Simón Bolívar, aunque él le debía todo. Barcos, armas y soldados le había dado Haití, con la sola condición de que liberara a los esclavos, una idea que al Libertador no se le había ocurrido. Después, cuando Bolívar triunfó en su guerra de independencia, se negó a invitar a Haití al congreso de las nuevas naciones americanas. Haití siguió siendo la leprosa de las Américas. Thomas Jefferson había advertido, desde el principio, que había que confinar la peste en esa isla, porque de allí provenía el mal ejemplo. La peste, el mal ejemplo: desobediencia, caos, violencia. En Carolina del Sur, la ley permitía encarcelar a cualquier marinero negro, mientras su barco estuviera en puerto, por el riesgo de que pudiera contagiar la fiebre antiesclavista que amenazaba a todas las Américas. En Brasil, esa fiebre se llamaba haitianismo. E.G

viernes, 6 de abril de 2012

Fundación de la división del trabajo

Dicen que fue el rey Manu quien otorgó prestigio divino a las castas de la India. De su boca brotaron los sacerdotes. De sus brazos, los reyes y los guerreros. De sus muslos, los comerciantes. De sus pies los siervos y los artesanos. Y a partir de entonces se construyó la pirámide social, que en la India tiene más de tres mil pisos. Cada cual nace donde debe nacer, para hacer lo que debe hacer. En tu cuna está tu tumba, tu origen es tu destino: tu vida es la recompensa o el castigo que merecen tus vidas anteriores, y la herencia dicta tu lugar y tu función El rey Manu aconsejaba corregir la mala conducta: Si una persona de casta inferior escucha los versos de los libros sagrados, se le echará plomo derretido en los oídos; y si los recita, se le cortará la lengua. Estas pedagogías ya no se aplican, pero todavía quien se sale de su sitio, en el amor, en el trabajo, o en lo que sea, arriesga escarmientos públicos, que podrían matarlo o dejarlo más muerto que vivo, Los sincasata, uno de cada cinco hindúes, están por debajo de los de más abajo. Los llaman intocables, porque contaminan: malditos entre los malditos, no pueden hablar con los demás, ni caminar sus caminos, ni tocar sus vasos y sus platos. La ley los protege, la realidad los expulsa. A ellos, cualquiera los humilla; a ellas, cualquiera las viola, que ahí sí resultan tocables los intocables. A fines del año 2004, cuando el tsunami embistió contra las costas de la India, los intocables se ocuparon de recoger la basura y los muertos. Como siempre.

lunes, 2 de abril de 2012

Cinco siglos de prohibición del arco iris en el cielo latinoamericano

El Descubrimiento el 12 de octubre de 1492, América descubrió el capitalismo. Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe. En su diario del Descubrimiento, el almirante escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor. Él no podía cansar los ojos de ver tanta lindeza en aquellas playas, y el 27 de noviembre profetizó Tendrá toda la cristiandad negocio en ellas. Y en eso no se equivocó. Colón creyó que Haití era Japón y que Cuba era China, y creyó que los habitantes de China y Japón eran indios de la India; pero en eso no se equivocó. Al cabo de cinco siglos de negocio de toda la cristiandad, ha sido aniquilada una tercera parte de las selvas americanas, está yerma mucha tierra que fue fértil y más de la mitad de la población come salteado. Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser. Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso. Sin embargo, en esa identidad prohibida y despreciada fulguran todavía algunas claves de otra América posible. América, ciega de racismo, no las ve. El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón escribió en su diario que él quería llevarse algunos indios a España para que aprendan a hablar (que deprendan fablar). Cinco siglos después, el 12 de octubre de 1989, en una corte de justicia de los Estados Unidos, un indio mixteco fue considerado retardado mental (mentally retarded) porque no hablaba correctamente la lengua castellana. Ladislao Pastrana, mexicano de Oaxaca, bracero ilegal en los campos de California, iba a ser encerrado de por vida en un asilo público. Pastrana no se entendía con la intérprete española y el psicólogo diagnosticó un claro déficit intelectual. Finalmente, los antropólogos aclararon la situación Pastrana se expresaba perfectamente en su lengua, la lengua mixteca, que hablan los indios herederos de una alta cultura que tiene más de dos mil años de antigüedad. El Paraguay habla guaraní. Un caso único en la historia universal la lengua de los indios, lengua de los vencidos, es el idioma nacional unánime. Y sin embargo, la mayoría de los paraguayos opina, según las encuestas, que quienes no entienden español son como animales. De cada dos peruanos, uno es indio, y la Constitución de Perú dice que el quechua es un idioma tan oficial como el español. La Constitución lo dice, pero la realidad no lo oye. El Perú trata a los indios como África del Sur trata a los negros. El español es el único idioma que se enseña en las escuelas y el único que entienden los jueces y los policías y los funcionarios. (El español no es el único idioma de la televisión, porque la televisión también habla inglés.) Hace cinco años, los funcionarios del Registro Civil de las Personas, en la ciudad de Buenos Aires, se negaron a inscribir ek nacimiento de un niño. Los padres, indígenas de la provincia de Jujuy, querían que su hijo se llamara Qori Wamancha, un nombre de su lengua. El Registro argentino no lo aceptó por ser nombre extranjero. Los indios de las Américas viven exiliados en su propia tierra. El lenguaje no es una señal de identidad, sino una marca de maldición. No los distingue los delata. Cuando un indio renuncia a su lengua, empieza a civilizarse. ¿Empieza a civilizarse o empieza a suicidarse Cuando yo era niño, en las escuelas del Uruguay nos enseñaban que el país se había salvado del problema indígena gracias a los generales que en el siglo pasado exterminaron a los últimos charrúas. El problema indígena los primeros americanos, los verdaderos descubridores de América, son un problema. Y para que el problema deje de ser un problema, es preciso que los indios dejen de ser indios. Borrarlos del mapa o borrarles el alma, aniquilarlos o asimilarlos el genocidio o el otrocidio. En diciembre de 1976, el ministro del Interior del Brasil anunció, triunfal, que el problema indígena quedará completamente resuelto al final del siglo veinte todos los indios estarán, para entonces, debidamente integrados a la sociedad brasileña, y ya no serán indios. El ministro explicó que el organismo oficialmente destinado a su protección (FUNAI, Fundacao Nacional do Indio) se encargará de civilizarlos, o sea se encargará de desaparecerlos. Las balas, la dinamita, las ofrendas de comida envenenada, la contaminación de los ríos, la devastación de los bosques y la difusión de virus y bacterias desconocidos por los indios, han acompañado la invasión de la Amazonia por las empresas ansiosas de minerales y madera y todo lo demás. Pero la larga y feroz embestida no ha bastado. La domesticación de los indios sobrevivientes, que los rescata de la barbarie, es también un arma imprescindible para despejar de obstáculos el camino de la conquista. Matar al indio y salvar al hombre, aconsejaba el piadoso coronel norteamericano Henry Pratt. Y muchos años después, el novelista peruano Mario Vargas Llosa explica que no hay más remedio que modernizar a los indios, aunque haya que sacrificar sus culturas, para salvarlos del hambre y la miseria. La salvación condena a los indios a trabajar de sol a sol en minas y plantaciones, a cambio de jornales que no alcanzan para comprar una lata de comida para perros. Salvar a los indios también consiste en romper sus refugiso comunitarios y arrojarlos a las canteras de mano de obra barata en la violenta intemperie de las ciudades, donde cambian de lengua y de nombre y de vestido y terminan siendo mendigos y borrachos y putas de burdel. O salvar a los indios consiste en ponerles uniforme y mandarlos, fusil al hombro, a matar a otros indios o a morir defendiendo al sistema que los niega. Al fin y al cabo, los indios son buena carne de cañón de los 25 mil indios norteamericanos enviados a la segunda guerra mundial, murieron 10 mil. El 16 de diciembre de 1492, Colón lo había anunciado en su diario los indios sirven para les mandar y les hacer trabajar, sembrar y hacer todo lo que fuere menester y que hagan villas y se enseñen a andar vestidos y a nuestras costumbres. Secuestro de los brazos, robo del alma para nombrar esta operación, en toda América se usa, desde los tiempos coloniales, el verbo reducir. El indio salvado es el indio reducido. Se reduce hasta desaparecer vaciado de sí, es un no-indio, y es nadie. El shamán de los indios chamacocos, de Paraguay, canta a las estrellas, a las arañas y a la loca Totila, que deambula por los bosques y llora. Y canta lo que le cuenta el martín pescador -No sufras hambre, no sufras sed. Súbete a mis alas y comeremos peces del río y beberemos el viento. Y canta lo que le cuenta la neblina -Vengo a cortar la helada, para que tu pueblo no sufra frío. Y canta lo que le cuentan los caballos del cielo -Ensíllanos y vamos en busca de la lluvia. Pero los misioneros de una secta evangélica han obligado al chamán a dejar sus plumas y sus sonajas y sus cánticos, por ser cosas del Diablo; y él ya no puede curar las mordeduras de víboras, ni traer la lluvia en tiempos de sequía, ni volar sobre la tierra para cantar lo que ve. En una entrevista con Ticio Escobar, el shamán dice Dejo de cantar y me enfermo. Mis sueños no saben adónde ir y me atormentan. Estoy viejo, estoy lastimado. Al final, ¿de qué me sirve renegar de lo mío El shamán lo dice en 1986. En 1614, el arzobispo de Lima había mandado quemar todas las quenas y demas instrumentos de música de los indios, y había prohibido todas sus danzas y cantos y ceremonias para que el demonio no pueda continuar ejerciendo sus engaños. Y en 1625, el oidor de la Real Audiencia de Guatemala había prohibido las danzas y cantos y ceremonias de los indios, bajo pena de cien azotes, porque en ellas tienen pacto con los demonios. Para despojar a los indios de su libertad y de sus bienes, se despoja a los indios de sus símbolos de identidad. Se les prohíbe cantar y danzar y soñar a sus dioses, aunque ellos habían sido por sus dioses cantados y danzados y soñados en el lejano día de la Creación. Desde los frailes y funcionarios del reino colonial, hasta los misioneros de las sectas norteamericanas que hoy proliferan en América Latina, se crucifica a los indios en nombre de Cristo para salvarlos del infierno, hay que evangelizar a los paganos idólatras. Se usa al Dios de los cristianos como coartada para el saqueo. El arzobispo Desmond Tutu se refiere al África, pero también vale para América -Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron Cierren los ojos y recen. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia. Los doctores del Estado moderno, en cambio, prefieren la coartada de la ilustración para salvarlos de las tinieblas, hay que civilizar a los bárbaros ignorantes. Antes y ahora, el racismo convierte al despojo colonial en un acto de justicia. El colonizado es un sub-hombre, capaz de superstición pero incapaz de religión, capaz de folclore pero incapaz de cultura el sub-hombre merece trato subhumano, y su escaso valor corresponde al bajo precio de los frutos de su trabajo. El racismo legitima la rapiña colonial y neocolonial, todo a lo largo de los siglos y de los diversos niveles de sus humillaciones sucesivas. América Latina trata a sus indios como las grandes potencias tratan a América Latina. Gabriel René-Moreno fue el más prestigioso historiador boliviano del siglo pasado. Una de las universidades de Bolivia lleva su nombre en nuestros días. Este prócer de la cultura nacional creía que los indios son asnos, que generan mulos cuando se cruzan con la raza blanca. Él había pesado el cerebro indígena y el cerebro mestizo, que según su balanza pesaban entre cinco, siete y diez onzas menos que el cerebro de raza blanca, y por tanto los consideraba celularmente incapaces de concebir la libertad republicana. El peruano Ricardo Palma, contemporáneo y colega de Gabriel René-Moreno, escribió que los indios son una raza abyecta y degenerada. Y el argentino Domingo Faustino Sarmiento elogiaba así la larga lucha de kis indios araucanos por su libertad Son más indómitos, lo que quiere decir animales más reacios, menos aptos para la Civilización y la asimilación europea. El más feroz racismo de la historia latinoamericana se encuentra en las palabras de los intelectuales más célebres y celebrados de fines del siglo diecinueve y en los actos de los políticos liberales que fundaron el Estado moderno. A veces, ellos eran indios de origen, como Porfirio Díaz, autor de la modernización capitalista de México, que prohibió a los indios caminar por las calles principales y sentarse en las plazas públicas si no cambiaban los calzones de algodón por el pantalón europeo y los huaraches por zapatos. Eran los tiempos de la articulación al mercado mundial regido por el Imperio Británico, y el desprecio científico por los indios otorgaba impunidad al robo de sus tierras y de sus brazos. El mercado exigía café, pongamos el caso, y el café exigía más tierras y más brazos. Entonces, pongamos por caso, el presidente liberal de Guatemala, Justo Rufino Barrios, hombre de progreso, restablecía el trabajo forzado de la época colonial y regalaba a sus amigos tierras de indios y peones indios en cantidad. El racismo se expresa con más ciega ferocidad en países como Guatemala, donde los indios siguen siendo porfiada mayoría a pesar de las frecuentes oleadas exterminadoras. En nuestros días, no hay mano de obra peor pagada los indios mayas reciben 65 centavos de dólar por cortar un quintal de café o de algodón o una tonelada de caña. Los indios no pueden ni plantar maíz sin permiso militar y no pueden moverse sin permiso de trabajo. El ejército organiza el reclutamiento masivo de brazos para las siembras y cosechas de exportación. En las plantaciones, se usan pesticidas cincuenta veces más tóxicos que el máximo tolerable; la leche de las madres es la más contaminada del mundo occidental. Rigoberta Menchú su hermano menor, Felipe, y su mejor amiga, María, murieron en la infancia, por causa de los pesticidas rociados desde las avionetas. Felipe murió trabajando en el café. María, en el algodón. A machete y bala, el ejército acabó después con todo el resto de la familia de Rigoberta y con todos los demás miembros de su comunidad. Ella sobrevivió para contarlo. Con alegre impunidad, se reconoce oficialmente que han sido borradas del mapa 440 aldeas indígenas entre 1981 y 1983, a lo largo de una campaña de aniquilación más extensa, que asesinó o desapareció a muchos miles de hombres y de mujeres. La limpieza de la sierra, plan de tierra arrasada, cobró también las vidas de una incontable cantidad de niños. Los militares guatemaltecos tienen la certeza de que el vivio de la rebelión se transmite por los genes. Una raza inferior, condenada al vicio y a la holgazanería, incapaz de orden y progreso, ¿merece mejor suerte La violencia institucional, el terrorismo de Estado, se ocupa de despejar las dudas. Los conquistadores ya no usan caparazones de hierro, sino que visten uniformes de la guerra de Vietnam. Y no tienen piel blanca son mestizos avergonzados de su sangre o indios enrolados a la fuerza y obligados a cometer crímenes que los suicidan. Guatemala desprecia a los indios, Guatemala se autodesprecia. Esta raza inferior había descubierto la cifra cero, mil años antes de que los matemáticos europeos supieran que existía. Y habían conocido la edad del universo, con asombrosa precisión, mil años antes que los astrónomos de nuestro tiempo. Los mayas siguen siendo viajeros del tiempo ¿Qué es un hombre en el camino Tiempo. Ellos ignoraban que el tiempo es dinero, como nos reveló Henry Ford. El tiempo, fundador del espacio, les parece sagrado, como sagrados son su hija, la tierra, y su hijo, el ser humano como la tierra, como la gente, el tiempo no se puede comprar ni vender. La Civilización sigue haciendo lo posible por sacarlos del error. ¿Civilización La historia cambia según la voz que la cuenta. En América, en Europa o en cualquier otra parte. Lo que para los romanos fue la invasión de los bárbaros, para los alemanes fue la emigración al sur. No es la voz de los indios la que ha contado, hasta ahora, la historia de América. En las vísperas de la conquista española, un profeta maya, que fue boca de los dioses, había anunciado Al terminar la codicia, se desatará la cara, se desatarán las manos, se desatarán los pies del mundo. Y cuando se desate la boca, ¿qué dirá ¿Qué dirá la otra voz, la jamás escuchada Desde el punto de vista de los vencedores, que hasta ahora ha sido el punto de vista único, las costumbres de los indios han confirmado siempre su posesión demoníaca o su inferioridad biológica. Así fue desde los primeros tiempos de la vida colonial ¿Se suicidan los indios de las islas del mar Caribe, por negarse al trabajo esclavo Porque son holgazanes. ¿Andan desnudos, como si todo el cuerpo fuera cara Porque los salvajes no tienen vergüenza. ¿Ignoran el derecho de propiedad, y comparten todo, y carecen de afán de rqueza Porque son más parientes del mono que del hombre. ¿Se bañan con sospechosa frecuencia Porque se parecen a los herejes de la secta de Mahoma, que bien arden en los fuegos de la Inquisición. ¿Jamás golpean a los niños, y los dejan andar libres Porque son incapaces de castigo ni doctrina. ¿Creen en los sueños, y obedecen a sus voces Por influencia de Satán o por pura estupidez. ¿Comen cuando tienen hambre, y no cuando es hora de comer Porque son incapaces de dominar sus instintos. ¿Aman cuando sienten deseo Porque el demonio los induce a repetir el pecado original. ¿Es libre la homosexualidad ¿La virginidad no tiene importancia alguna Porque viven en la antesala del infierno. En 1523, el cacique Nicaragua preguntó a los conquistadores -Y al rey de ustedes, ¿quién lo eligió El cacique había sido elegido por los ancianos de las comunidades. ¿Había sido el rey de Castilla elegido por los ancianos de sus comunidades La América precilombina era vasta y diversa, y contenía modos de democracia que Europa no supo ver, y que el mundo ignora todavía. Reducir la realidad indígena americana al despotismo de los emperadores incas, o a las prácticas sanguinarias de la dinastía azteca, equivale a reducir la realidad de la Europa renacentista a la tiranía de sus monarcas o a las siniestras ceremonias de la Inquisición. En la tradición guaraní, por ejemplo, los caciques se eligen en asambleas de hombres y mujeres -y las asambleas los destituyen si no cumplen el mandato colectivo. En la tradición iroquesa, hombres y mujeres gobiernan en pie de igualdad. Los jefes son hombres; pero son las mujeres quienes los ponen y deponen y ellas tienen poder de decisión, desde el Consejo de Matronas, sobre muchos asuntos fundamentales de la confederación entera. Allá por el año 1600, cuando los hombres iroqueses se lanzaron a guerrear por su cuenta, las mujeres hicieron huelga de amores. Y al poco tiempo los hombres, obligados a dormir solos, se sometieron al gobierno compartido. En 1919, el jefe militar de Panamá en las islas de San Blas, anunció su triunfo -Las indias kunas ya no vestirán molas, sino vestidos civilizados. Y anunció que las indias nunca se pintarían la nariz sino las mejillas, como debe ser, y que nunca más llevarían aros en la nariz, sino en las orejas. Como debe ser. Setenta años después de aquel canto de gallo, las indias kunas de nuestros días siguen luciendo sus aros de oro en la nariz pintada, y siguen vistiendo sus molas, hechas de muchas telas de colores que se cruzan con siempre asombrosa capacidad de imaginación y de belleza visten sus molas en la vida y con ella se hunden en la tierra, cuando llega la muerte. En 1989, en vísperas de la invasión norteamericana, el general Manuel Noriega aseguró que Panamá era un país respetuosos de los derechos humanos -No somos una tribu -aseguró el general. Las técnicas arcaicas, en manos de las comunidades, habían hecho fértiles los desiertos en la cordillera de los Andes. Las tecnologías modernas, en manos del latifundio privado de exportación, están convirtiendo en desiertos las tierras fértiles en los Andes y en todas partes. Resultaría absurdo retroceder cinco siglos en las técnicas de producción; pero no menos absurdo es ignorar las catástrofes de un sistema que exprime a los hombre y arrasa los bosques y viola la tierra y envenena los ríos para arrancar la mayor ganancia en el plazo menos. ¿No es absurdo sacrificar a la naturaleza y a la gente en los altares del mercado internacional En ese absurdo vivimos; y lo aceptamos como si fuera nuestro único destino posible. Las llamadas culturas primitivas resultan todavía peligrosas porque no han perdido el sentido común. Sentido común es también, por extensión natural, sentido comunitarios. Si pertenece a todos el aire, ¿por qué ha de tener dueño la tierra Si desde la tierra venimos, y hacia la tierra vamos, ¿acaso no nos mata cualquier crimen que contra la tierra se comete La tierra es cuna y sepultura, madre y compañera. Se le ofrece el primer trago y el primer bocado; se le da descanso, se la protege de la erosión. Es sistema desprecia lo que ignora, porque ignora lo que teme conocer. El racismo es también una máscara del miedo. ¿Qué sabemos de las culturas indígenas Lo que nos han contado las películas del Fas West. Y de las culturas africanas, ¿qué sabemos Lo que nos ha contado el profesor Tarzán, que nunca estuvo. Dice un poeta del interior de Bahía Primero me robaron del África. Después robaron el África de mi. La memoria de América ha sido mutilada por el racismo. Seguimos actuando como si fuéramos hijos de Europa, y de nadie más. A fines del siglo pasado, un médico inglés, John Down, identificó el síndrome que hoy lleva su nombre. Él creyó que la alteración de los cromosomas implicaba un regreso a las razas inferiores, que generaba mongolian idiots, negroid idiots y aztec idiots. Simultáneamente, un médico italiano, Cesare Lombrosos, atribuyó al criminal nato los rasgos físicos de los negros y de los indios. Por entonces, cobró base científica la sospecha de que los indios y los negros son proclives, por naturaleza, al crimen y a la debilidad mental. Los indios y los negros, tradicionales instrumentos de trabajo, vienen siendo también desde entonces, objetos de ciencia. En la misma época de Lombroso y Down, un médico brasileño, Raimundo Nina Rodrigues, se puso a estudiar el problema negro. Nina Rodrigues, que era mulato, llegó a la conclusión de que la mezcla de sangres perpetúa los caracteres de las razas inferiores, y que por tanto la raza negra en el Brasil ha de constituir siempre uno de los factores de nuestra inferioridad como pueblo. Este médico psiquiatra fue el primer investigador de la cultura brasileña de origen africano. La estudió como caso clínico las religiones negras, como patología; los trances, como manifestaciones de histeria. Poco después, un médico argentino, el socialista José Ingenieros, escribió que los negros, oprobiosa escoria de la raza humana, están más próximos de los monos antropoides que de los blancos civilizados. Y para demostrar su irremediable inferioridad, Ingenieros comprobaba Los negros no tienen ideas religiosas. En realidad, las ideas religiosas habían atravesado la mar, junto a los esclavos, en los navíos negreros. Una prueba de obstinación de la dignidad humana a las costas americanas solamente llegaron los dioses del amor y de la guerra. En cambio, los dioses de la fecundidad, que hubieran multiplicado las cosechas y los esclavos del amo, se cayeron al agua. Los dioses peleones y enamorados que completaron la travesía, tuvieron que disfrazarse de santos blancos, para sobrevivir y ayudar a sobrevivir a los millones de hombres y mujeres violentamente arrancados del África y vendidos como cosas. Ogum, dios del hierro, se hizo pasar por san Jorge o san Antonio o san Miguel, Shangó, con todos sus truenos y sus fuegos, se convirtió en santa Bárbara. Obatalá fue Jesucristo y Oshún, la divinidad de las agus dulces, fue la Virgen de la Candelaria... Dioses prohibidos. En las colonias españolas y portuguesas y en todas ls demás en las islas inglesas del Caribe, después de la abolición de la esclavitud se siguió prohibiendo tocar tambores o sonar vientos al modo africano, y se siguió penando con cárcel la simple tenencia de una imagen de cualquier dios africano. Dioses prohibidos, porque peligrosamente exaltan las pasiones humanas, y en ellas encarnan. Friedrich Nietzsche dijo una vez -Yo sólo podría creer en un dios que sepa danzar. Como José Ingenieros, Nietzsche no conocía a los dioses africanos. Si los hubiera conocido, quizá hubiera creído en ellos. Y quizá hubiera cambiado algunas de sus ideas. José Ingenieros, quién sabe. La piel oscura delata incorregibles defectos de fábrica. Así, la tremenda desigualdad social, que es también racial, encuentra su coartada en las taras hereditarias.Lo había observado Humboldt hace doscientos años, y en toda América sigue siendo así la pirámide de las clases sociales es oscura en la base y clara en la cúspide. En el Brasil, por ejemplo, la democracia raciasl consiste en que los más blancos están arriba y los más negros abajo. James Baldwin, sobre los negros en Estados Unidos -Cuando dejamos Mississipi y vinimos al Norte, no encontramos la libertad. Encontramos los peores lugares en el mercado de trabajo; y en ellos estamos todavía. Un indio del Norte argentino, Asunción Ontíveros Yulquila, evoca hoy el trauma que marcó su infancia -Las personas buenas y lindas eran las que se parecían a Jesús y a la Virgen. Pero mi padre y mi madre no se parecían para nada a las imágenes de Jesús y la Virgen María que yo veía en la iglesia de Abra Pampa. La cara propia es un error de la naturaleza. La cultura propia, una prueba de ignorancia o una culpa que expiar. Civilizar es corregir. El fatalismo biológico, estigma de las razas inferiores congénitmente condenadas a la indolencia y a la violencia y a la miseria, no sólo nos impide ver las causas reales de nuestra desventura histórica. Además, el racismo nos impide conocer, o reconocer, ciertos valores fundamentales que las culturas despreciadas han podido milagrosamente perpetuar y que en ellas encarnan todavía, mal que bien, a pesar de los siglos de persecución, humillación y degradación. Esos valores fundamentales no son objetos de museo. Son factores de historia, imprescindibles para nuestra imprescindible invención de una América sin mandones ni mandados. Esos valores acusan al sistema que los niega. Hace algun tiempo, el sacerdote español Ignacio Ellacuría me dijo que le resultaba absurdo eso del Descubrimiento de América. El opresor es incapaz de descubrir, me dijo -Es el oprimido el que descubre al opresor. Él creía que el opresor ni siquiera puede descubrirse a sí mismo. La verdadera realidad del opresor sólo se puede ver desde el oprimido. Ignacio Ellacuría fue acribillado a balazos, por creer en esa imperdonable capacidad de revelación y por compartir los riesgos de la fe en su poder de profecía. ¿Lo asesinaron los militares de El Salvador, o lo asesinó un sistema que no puede tolerar la mirada que lo delata? E.G

MU un continente poco conocido y un libro digno de ser leído

" En el país de MU hemos hallado incuestionablemente el lugar donde hizo el hombre su aparición en la Tierra. Diversos registros prueban concluyentemente que ese lugar fue el bíblico o jardín del Edén". Con estas afirmaciones, tan tajantes como sorprendentes, James Churchward,autor de este libro, nos introduce en la realidad y el mito de una antigua civilización perdida en los remotos confines del tiempo y de la historia humana. De ser ciertas estas afirmaciones - y su prestigio como investigador y las pruebas aportadas, las hace al menos muy dignas de concideración- estas teoríasharían cambiar sensiblemente nuestras ideas sobre los orígenes del hombre. Y, ¿Dónde estuvo situado este misterioso país?. Según las huellas encontradas y los restos estudiados, MU estaba situado en el Océano Pacífico. Entre América del Norte y del Sur por un lado, Asia por otro y por otro Australia - más o menos donde se encuentran las islas del Archipiélago de polinesia, Tahití, Samoa, Hawaii, etc.
Al parecer fue desde allí que sus habitantes pudieron desplazarse a Asia y de allí a Europa, en una dirección y en otra al contienente americano. Increíblemente, a una y otra orilla del Pacífico y del Atlántico y en civilizaciones tan distantes y dístintas como la maya o la egipcia se han podido encontrar restos e influencias que tendrían un sólo posible punto en común: la Civiliazación de MU. Una civilización que floreció hace 25.000 años, es decir muchos siglos antes que cualquiera de las conocidas por nosotros, y que según los vestigios encontrados poseyó altos conocimientos técnicos y científicos así como una indudable entidad propia que ha hecho que sus huellas, no solamente no se perdisen en los miles de años transcurridos, sino que todavía puedan ser piezas claves para desentrañar nuestro presente. El porqué y el cómo pudo desaparecer aquella civilización es otro de los temas que en el libro se trata de explicar, estudiando y considerando, a la luz de la ciencia, las más diversas hipótesis. James Churchward ha dedicado años de su vida a investigar las culturas desaparecidas y en EL CONTINENTE PERDIDO DE MU nos da pruebas de solidez y profundidad de estas investigaciones.